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Opinión

¿NO PUEDEN, NO SABEN O NO QUIEREN?

Por Carlos Galli.

La dirigencia política argentina tiene una sola obsesión. EL PODER, en todas sus formas y modos.

Cuando el 10 de diciembre de 1983, el día histórico que volvió la tan esperada y soñada democracia y el Estado de Derecho, lo único que creció fueron los pobres y los indigentes, producto de la pésima gestión económica y política y viceversa.

Algunos dicen que el Dr. Raúl R. Alfonsín fue el padre de la democracia. Para mí fue tan solo el comienzo del fin.

Dejó el gobierno seis meses antes, en manos de un pseudo peronista, que nos empaquetó a todos, en especial a algunos peronistas, no a todos. Nos engrupió con la Revolución Productiva, y que no nos iba a defraudar. A los únicos que no defraudó fue a los poderosos. Por diez años, nos hizo creer que nuestra moneda era equivalente a un dólar yankee.

Logró la reelección con el plan cuotas. Y nos volvió a empaquetar. Se rodeó de la UCEDE, el partido liberal y de derecha del Ingeniero y Capitán Álvaro Alsogaray, de dónde salieron Boudou y tantos otros, que hoy se hacen los revolucionarios del Café Tortoni.

Vendió el país al mejor postor, y los laburantes seguimos padeciendo.

Se presentó a una tercera reelección, ganó pero perdió. No se presentó a la segunda vuelta. Y asumió la primera magistratura un abogado «exitoso», que fue Intendente de Río Gallegos y más tarde Gobernador de Santa Cruz, un tal Néstor Kirchner. También prometió la transversibilidad, y la revolución social, y quedó a media agua.

Terminó su mandato, y asumió su esposa, la Dra. Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, y todo fue muy similar. Dos mandatos y ninguna revoluta social. Solo SARASA. un progre prehistórico y cavernícola. Es decir, la nada misma.

La pregunta sigue vigente. ¿No pueden, no saben o no quieren?

Luego asume el poder el Ingeniero Macri, (el Club Atlético Boca Juniors lo hizo Presidente de la Nación). Cuatro años de miseria y pobreza popular. Endeudó a la República por un Siglo, que no es poca cosa.

Se fue sin gloria y con muchas penas. Tal vez, uno de los peores representantes de las multinacionales y los banqueros. El peor para el pueblo. El mejor para el capitalismo caníbal y arrogante.

Con los votos de la Dra. Alberto Fernández, es Presidente.

Lo demás es archi conocido.

Escribir sobre historia reciente no es sencillo. En especial cuando una Coalición Gobernante, no son ni chicha ni limonada. Cuando la oposición paupérrima, se la disputan los liberales de paladar marrón oscuro, (no llegan a negro), los libertarios que están al límite del fascismo, aunque ellos se sientan otra cosa. La izquierda intelectual que jamás sirve para nada. Porque para los tales, la revolución se hace en un feca de la Av. Quintana.

Los troskos se quedaron en el tiempo. Y aunque hay marxistas de pura cepa, tengo un gran amigo que puso muchas veces el pecho, (M.A.B) sus iniciales, viven en un paraíso perdido.

Por eso la pregunta sigue. ¿No saben, no pueden o no quieren?

Pasó la época de la lucha armada. De la «guerrilla», cómo nos decían nuestros detractores y enemigos.

Pasaron también los gremios combativos. Ahora la calle la ganaron los «dueños» de la pobreza. Los Grabois, los Chino Navarro, los Emilio Pérsico, etc. Ellos manejan los planes sociales miserables, y siguen siendo los gerentes generales de la pobreza y del miedo. Si no van a los piquetes y a cortar las calles los amenazan con sacarle el plan, y también, aún más la poca dignidad que les queda.

La pregunta sigue vigente. ¿No saben, no pueden, o no quieren?

Harto ya de estar harto, dice la letra del gran Manuel Serrat.

¿Hasta cuándo debemos tolerar el hartazgo que nos provocan la dirigencia política? Todo tiene un límite. El tema es saber cuándo hay que decir BASTA. ¿Pero cuando es el momento oportuno? Si hasta el pueblo está con grietas. Es una lucha de pobres contra pobres.

¿No saben, no puede, o no quieren?

Si no saben, no puede gobernar. Si no pueden, dar un paso al costado, sería un acto de «nobleza». Si no quieren, entonces hay que sacarlos. ¿Cómo? Que nosotros, el pueblo, en su conjunto decida.

Yo estaré siempre dónde esté el PUEBLO.

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