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Opinión

NO NECESITO

Por Carlos Galli.

No tengo necesidad de tener un millón de amigos, como dice una canción de Roberto Carlos.

Con unos pocos que sean leales, que nunca me traicionen, ni traicionen sus convicciones y sus nobles ideales. Que pongan el pecho por mí y yo por ellos.

A aquellos que me perdonen si en algo me he equivocado, y que yo haga lo propio si cometieron algún error.

Amigo, es una palabra tan cara a nuestros sentimientos. Valores y principios que lo destacan de todos los demás.

Amigo son aquellos que en momentos difíciles están a tu lado, con una voz de aliento, y sus manos apretando las tuyas y las mías.

Amigos fueron aquellos que cuando estuve secuestrado por la dictadura militar, me dieron el coraje y el valor para seguir viviendo. Amigos fueron aquellos que vi morir por luchar por los Derechos Humanos.

Amigos que perdí, porque se los llevaron los dictadores, pero viven en mi recuerdo y en mi corazón.

Amigos son aquellos que me enseñaron a creer en el primer revolucionario, nuestro Señor JESUCRISTO, y a seguir su maravillosa doctrina. Que es estar del lado de los pobres, de los sometidos, de aquellos que poco y nada tienen. Amigos que jamás fueron egoístas, fueron valientes ante los flagelos físicos y psíquicos que padecimos juntos, y nunca una traición.

Amigos que en noches de dolor y lágrimas, buscaban la manera de aliviar mis angustias, mis pesares y sanar mis heridas.

Amigos que me dio la VIDA, y me los arrebató la siniestra y macabra muerte.

Amigos que dieron su pellejo y derramaron su preciosa sangre, antes de traicionar los caminos que habíamos elegido, convencidos que íbamos a cambiar el mundo. Y evidentemente no pudimos.

Amigos a los cuales pude ayudar para que sus fuerzas no decaigan y me ayudaron para que las mías tampoco.

Amigos del campo popular que nunca se apartaron un milímetro de mi lado, aún si por ello les costara la vida.

Amigos que recuerdo en buenos momentos, pero en especial en los peores.

Amigos que ya no los veré más, pero que permanecen vivos en mi memoria y en mi espíritu.

Amigos que cuando hizo falta, y las balas picaban cerca, poníamos el cuero por el otro, por el más débil o por los jóvenes.

Amigos de pura madera, de raíces firmes. Fuimos tan amigos que supimos callar, pese a las torturas,  para no delatar a nadie.

Amigos que se jugaron por mí y yo por ellos. Esos eran mis amigos. Y lo siguen siendo, porque aunque no los vea, los puedo sentir.

También están conmigo aquellos que también lucharon por sus ideales y los veo cada tanto y no han cambiado ni un ápice, en especial MAB, esas son su iniciales, que sigue tan firme en sus pensamientos, que más de una vez me hizo reflexionar, y decirme con razón que yo estaba equivocado. Eso también, es ser un gran amigo.

Por todo esto, no necesito un millón de amigos.

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