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Opinión

NO ME MERECEN TU PERDÓN

Por Carlos Galli.

Hoy se cumplen 28 años del segundo atentado más dramático que sufrió nuestro país. La voladura de la AMIA. El primero fue la Embajada de Israel.

Hoy, 28 años atrás dejaban este mundo, repodrido y dividido en dos, 85 almas, creación exclusiva de DIOS.

El enemigo, los terroristas islámicos, hicieron un pacto con el demonio. Tómenlo como quieran.

El demonio les daría impunidad, a cambio de asesinar al pueblo de Israel, pueblo elegido por el Creador del Universo.

No importa si sos judío, cristiano, católico, musulmán o hinduista.

Los que perdieron el Sagrado derecho de vivir, eran seres humanos, almas que por una cuestión ideológica y de barbarie, derramaron su sangre en suelo bendecido por DIOS. Porque Él creó la Tierra para que la habitemos en paz.

Los terroristas radicalizados son tan enajenados, que creen que por sus actos heredarán el Paraíso. Un despropósito de un fanatismo absurdo y plagado de miserias, contradiciendo las profecías de su principal «profeta».

Este atentado no podría llevarse adelante sin la complicidad local. De personajes que más que por un ideal, lo hicieron por la raíz de todos los males, el vil dinero, como expresa claramente La Santa Biblia.

Veintiocho años de impunidad y de pedir justicia que no llega. 85 almas que dejaron dolor, lágrimas, angustia, y recuerdos a aquellos familiares, padres, amigos, hermanos, que todos los días desde hace casi tres décadas lloran en sus tumbas.

Almas que tenían sueños, esperanzas, ideales nobles, que nunca más podrán tener, porque una bomba del terrorismo las cambió por muerte y sangre.

Veintiocho años de papeleo y burocracia. Veintiocho años de dimes y diretes. Veintiocho años de reclamar JUSTICIA, de una Justicia terrenal hecha por hombres. Una justicia que duerme cajoneada. Mientras que los deudos y los muertos, duermen el sueño de los justos.

Y parafraseando al Señor JESUCRISTO, un judío que enseñó respeto y amor, digo:

“SEÑOR, no los perdones, porque estos SI saben lo que han hecho”.

POSDATA:

La única JUSTICIA que es realmente justa, es la JUSTICIA DIVINA.

La de los hombres solamente es una justicia para los poderosos, y para los que se sienten omnipresentes, y no se resignan a entender que son simples mortales con una pequeña dosis de poder, que tiene fecha de vencimiento.

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