NO ATIENDE PORQUE NO SE LE DA LA GANA

Por Carlos Galli.
El Presidente de la Nación le envío en mensaje a la Dra. Cristina Elizabeth Fernández, le clavó el visto. Y no contestó porque no se le dio gana. ¿Y qué? ¿Cuál es problema? ¿Usted atiende a quien no quiere? Seguramente que no.
¿Si está mal? No está ni bien ni mal. Es indiferencia. ¿Está mal ser indiferente? Para nada. Es uno de los tantos estados que tenemos los seres humanos. Podemos y tenemos el derecho de tener indiferencia a algo que no nos interesa, que no nos importa. ¿Siempre hay que ser políticamente correcto? No estamos obligados. Es más correcto ser auténtico. ¿Es de mala educación no contestar un llamado telefónico o rechazar un mensaje? Puede ocurrir que el llamado o el mensaje no nos interese. Y si no interesa, ¿Para qué vamos a contestar? No es ser mal educado o mal aprendido. Es ser, SINCERAMENTE, indiferente.
No estoy defendiendo a la vicepresidenta de la Nación, no necesita de mi defensa. Soy, sin dudas, un opositor acérrimo de su autoritarismo y su nefasta gestión. Pero si tiene todo el derecho de no contestar, si quién la llama la daña o nota que la está perjudicando.
¿Quién de nosotros responde el llamado de un enemigo o de un desconocido, o de alguien, que realmente no nos mueve un pelo?
Si el Presidente de la Nación estaba realmente preocupado por el «atentado» al despacho de la Presidenta del Senado, como buen caballero se levanta del sillón de Rivadavia, baja las escaleras de Balcarce 50, llama su chófer, se acerca al Congreso Nacional y le extiende una mano. Eso es lo que hace un verdadero caballero. Olvidando todas las diferencias que tienen, el primer mandatario debería haber ido y decirle cara a cara, mirándola a los ojos, ¿Qué necesita? y ponerse a su disposición.
El llamado o el mensaje no alcanza Presidente. Y mucho menos si se trata de un hecho lleno de violencia.
Insisto, soy un opositor a la Coalición de Gobierno, como peruca de los ‘70 no apoyaré nunca a este grupo de dirigentes que son un mamarracho gobernando, pero siempre pondré el pecho por una mujer aunque no la banque.
Claro, es lo que hace un hombre y un caballero.
Pero ocurre que usted Presidente, tiene menos tacto que un vampiro tomando un té de frutilla francés creyendo que es sangre.




