La pobreza y la desocupación son causas fundamentales para el aumento del índice de suicidios. Con 14,2 muertes por cada cien mil habitantes, la Argentina se ubica en tercer lugar entre los países de la región por su tasa de suicidios. Teniendo en cuenta que son más los casos de varones que mujeres.
En tiempos de derecha en el gobierno, estos datos son similares y bajan cuando los gobiernos son populares. La diferencia estriba en que los gobiernos populares, la alegría, el trabajo y la seguridad son ejes de su política. Se debe tener en cuenta que el peronismo en el poder utiliza como ordenador al trabajo, mientras que la derecha coloca al miedo como ordenador dándole la razón al filósofo inglés Tomas Hobbes que establecía al miedo como eje en el alineamiento de una sociedad.
El ajuste es muerte, y es muerte porque es hambre y es hambre porque la oligarquía controla los alimentos y determina quién come y quién no. Todo esto es pobreza y sin contención. Mientras en el gobierno anterior existían programas sociales, todas las vacunas y una ayuda económica además de una sociedad tranquila hoy existe todo lo contrario. La sociedad pendiente de los aumentos graduales y diarios, de la moneda yanqui y de si puede entrar o no a su trabajo cotidiano. Macri pendiente del círculo rojo por si obró bien o mal de acuerdo al pensamiento miserable y corporativo. Los medios dominantes pendientes de cobrar abultadas pautas por imponer el miedo que la derecha precisa para gobernar y esconder en páginas impares y diminutos cuadritos la muerte popular.
Las farmacias se cansan de vender antidepresivos y el centro de atención al suicida trabaja horas extras. Y todo porque gobierna un idiota, cínico y perverso en nombre del nuevo orden mundial. Tan lejano parece esos 12 años de fútbol para todos, jubilación del ama de casa, trenes nuevos y una sonrisa popular que se veía en la calle toda. Hoy, la tristeza camina sin detenerse buscando contagiar una depresión masiva.
Médicos que atienden casos de desnutrición, chicos que piden un mendrugo con la barriga agrandada por la falta de comida, cartoneros que caminan 18 horas diarias, más de 7 mil humanos durmiendo en las calles porteñas y una clase media empobrecida por el dólar y la inflación son el contexto de este gobierno de ocupación.
El comisariato le otorgó la orden del mérito a Macri, que es Blanco Villegas por haber empobrecido al país, pero más por haber puesto en práctica un plan genocida. Un proyecto para hambrear a sus paisanos y para llevarlos a la muerte con un ajuste brutal. En toda esta escenografía, no podía ausentarse el suicidio. Un hecho trágico controlado hasta el 2015 y desbocado en estos días. Esto Macri lo hizo.
