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Opinión

Miami Dade: Donde la esperanza hoy se reduce a polvo.

Por  Margarita  Pécora  B.  –

 

Es una pena en un contexto de pandemia mundial,  no poder trasmitir buenas noticias  a nuestras  audiencias para  contribuir a levantar ánimos, porque sucede que las tragedias se pelean los titulares  de las agendas informativas a escala mundial,  sobre todo en  Estados  Unidos impactando  de forma directa en  familias argentinas.

El colapso del edificio  en Surfside, en Miami Dade ocurrido el pasado jueves,  es el hecho que concita la atención  por la desesperada búsqueda de sobrevivientes, mientras la razón de la tragedia convierte en  detonante  de una suerte de  polvorín a otras torres  de edificios  en similares condiciones de deterioro estructural,  a la que se desplomó en Miami Dade.

Hoy está de  luto la comunidad hispana  por lo  que aún  se considera inexplicable que  haya ocurrido  en el primer mundo  que para  muchos simboliza Estados Unidos,  pero donde  un lujoso edificio  se  ha desplomado en cuestión de segundos, sepultando a  156  personas inocentes, un tercio de las cuales son extranjeros,  entre ellas dos familias  completas de argentinos.

Se calcula que ya no queda rincón  en el mundo que no esté habitado por argentinos, lo que les convierte siempre en protagonistas de algún  hecho  fortuito o  no;   de modo que no es extraño que haya víctimas en la torre del  edificio perteneciente al complejo  Champlain  Towers, de   12 pisos que colapsó  el jueves junto a la playa.

Desde entonces, es indescriptible el nivel de  angustia  que viven los  familiares  de los desaparecidos bajo los escombros,   donde no solo había argentinos, también paraguayos,  venezolanos, puertorriqueños, cubanos, en fin, hay que estar en la piel de esas personas para saber lo que  se siente  transitar,   primero por el   desconcierto,  luego el espanto, el dolor y ahora a la desesperación por la búsqueda  con vida, a todas luces  infructuosa.

Para estas familias   nada compensa tanta angustia, ni las  esplendidas atenciones en un cómodo  hotel habilitado  por las autoridades del Condado para darles contención, ni los consejos de sicólogos que  insisten en que ‘la esperanza  es lo último que se pierde’ y que ‘es necesario guardar la calma’.

En fin,   la desesperación se impone y  no faltan los que quisieran lanzarse  sobre los escombros  y escarbar con sus propias manos  para buscar a los suyos, sintiendo  que los  días pasan y las posibilidades de sobrevivir atrapado sin oxígeno, entre focos  de incendios constantes, se va reduciendo cada vez más, y que ni los topos mejicanos con  su elevado profesionalismo, ni los drones sofisticados,  ni  perros amaestrados,   ni  aparatos que detectan  respiración humana,  satisfacen ya la expectativa de ver que saquen    camillas con algún sobreviviente.

Esta agonía  abona la histeria colectiva entre algunos   miamenses  temerosos  de sucumbir  en  similar  desastre,  que  han decidido emigrar  en  las  últimas horas   de sus residencias  en torres junto al mar.

Otra  expresión de pánico  sacude también  a   empresarios desarrolladores  y/o contratistas,  y no pocos magnates  del sector inmobiliario  de Miami Dade  , advertidos por Daniella Levine la alcaldesa del condado,  de que   realizará por espacio de  30 días auditorías   en los edificios de más de 5 pisos construidos  hace 40 años, como los que había cumplido  el   Champlain Towers.

Muchas  son las hipótesis que  barajan  en estos momentos  los expertos  acerca de las causas que llevaron  al derrumbe del edificio,   entre las que se mencionan importantes daños estructurales en la losa de hormigón  bajo la cubierta de la piscina, abundantes grietas y desmoronamientos en las columnas, vigas y paredes, sumado a la corrosión  por el salitre  del mar,  que  socavó las estructuras  metálicas del inmueble;    pero lo que  más alarma es que  advertencias  a los  administradores del consorcio, no faltaron,  de modo que la negligencia  e irresponsabilidad  están  entre las variables  seguras a  investigar  de algo que se venía venir, y  no se le prestó  la atención  que requería.

Hoy  los errores humanos han cobrado la vida a 150 personas  y amenazan  convertir en polvorín a una cadena de torres del   paraíso de playa,  sol y  palmeras  donde   se está reduciendo  a polvo la esperanza.

 

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