MI VOTO NO TIENE PRECIO
Por Carlos Galli.
No me vendo por un calefón.
No me vendo por una heladera.
No me vendo por un televisor.
No me vendo por una cocina.
No me vendo por un termotanque.
No me vendo por un autito.
No me vendo por una casita prefabricada.
No me vendo por una computadora.
No vendo mi voto por un aumento salarial.
No me vendo por un aumento a mi jubilación.
No me enternece que el Presidente va a ser padre.
No me enternece la pancita de la Primera Dama.
No estoy en oferta.
No me dejo tentar por las dádivas de la coalición gobernante.
El diablo también tienta, especialmente a los que más necesidades tienen. También miente, es más, es el rey de la mentira. Y los dirigentes de todo el abanico político aprenden mucho del dueño de las tinieblas.
Quieren comprar el voto del pueblo, como Satanás quiere comprar tu alma. La mayor virtud del ángel caído es hacerle creer al mundo que no existe. Los políticos hacen lo mismo, nos hacen creer que son buena leche.
Daniel Gollán es un hipócrita, que dijo que, “con platita en el bolsillo, la foto de Olivos pasaba de largo”. La plata no todo lo puede Gollán. Por ejemplo, comprar votos. Las voluntades no se compran señores y señoras de la miserable Coalición Gobernante. Estamos en el siglo XXI. El pueblo, el laburante, hace mucho que dejó de comer vidrio. Son despreciables, son hipócritas, soberbios, vanidosos. No subestimen más a los hombres y mujeres de a pie. Se acabó el clientelismo. Ustedes son los gerentes de la pobreza. Un IFE no les cambia la vida a los pobres. Los planeros no quieren más planes, quieren LABURAR. No van a poder comprar a los humildes. No van a poder comprar a los trabajadores. Se les está por terminar el relato. Dejen de nombrar al General Perón y a Evita. No le falten más el respeto a los que nos dieron derechos a la clase sudorosa. Ustedes ya no pueden prometer nada.
No son creíbles, en realidad nunca debimos creerles. Y pensar que se atreven a jurar por DIOS. A muchos de ustedes, les esperan las llamas del Averno.
Nunca más podrán comprar a los pobres. No podrán jugar más con el hambre del prójimo. Van a gastar pólvora en chimangos. Van a regalar todo lo que puedan. No les va alcanzar. El pueblo no está en venta.
Napoleón dijo que todo hombre tiene su precio. Se equivocó.
