Opinión

Mentir es pecado

Por Bret Sinclair.

El producto más caro en el planeta es la información. Cuando el poder tomó conciencia de ello la usó hasta el cansancio, pero un buen día inventó a la desinformación que resultó mejor negocio. El periodista, en el siglo anterior, era una persona cuyo patrimonio era la información y difícilmente mentía a su audiencia. Hoy cualquier humano es periodista, cualquiera se coloca detrás de un micrófono para decir cualquier cosa. Además de reproducirla por las redes y otorgarle un seudónimo a la mentira llamada fake news.

Decía Ryszard Kapuscinsi que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante. Lo cierto es que siempre fue muy difícil estar bien informado, pero ahora es peor, porque las redes suman más confusión y más ruido: no imponen una versión dominante ni son por ahora el medio dominante.

La verdad es la primera víctima de la guerra, dijo Esquilo, 500 años antes de la era cristiana, cuando no existían diarios, televisión ni redes sociales, apenas palomas mensajeras. Cuando se declara la guerra, la verdad es la primera víctima, dijo lord Ponsomby. Durante la segunda guerra mundial, Winston Churchill, habano mediante, afirmó que la verdad es tan preciosa que debería ser protegida por un guardaespaldas.

Aram Aharonian, en su obra “El asesinato de la democracia”, escribió: “desde hace más de 20 años, desde 1991 al menos, se vienen construyendo las realidades virtuales para consumo de miles de millones de personas en todo el mundo. Pero en 2016 se produjo un quiebre cuando el diccionario de Oxford declaró a la posverdad como palabra del año, dándole carta de ciudadanía a las fake news. Fue un año para recordar: fue cuando Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos, demostrando que las mentiras pueden ocupar un lugar en el poder real.

La ficción y la realidad virtual se instalaron en la Casa Blanca, para que la posverdad se transformara en arma de desorientación masiva de la opinión pública”.

Mentir es pecado decía Saúl Ubaldini respaldando uno de los mandamientos de la religión judeo-cristiana. Pero las sociedades siempre optan por el mentiroso un rato después de haber asistido a misa. Alguien que revalúa la posverdad, mentira le decimos en el barrio, es el futuro ex presidente. Instaló en la gente que avisó lo que iba a hacer, habló de ajustes monumental, pero también dijo que la casta, los más ricos la pagarían, también expresó que no inventaría impuestos y que el trabajador no tenía nada que temer. Nada se cumplió salvo el ajuste. Sin
embargo, la gente optó por un mentiroso y parte de la sociedad hoy lo defiende.

El futuro no es bueno si seguimos esta ruta. La solución es el atajo, o sea poner de moda la verdad y con ella caminar por el andarivel de la honestidad y la valentía. Donde la verdad es una arteria paralela, nunca la cruza. Si elegimos la otra vía, o sea, la actual, ya sabemos el final, una calle sin salida, ¿no le parece?

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