Los militantes de esa clase media obtusa, ignorante y escasamente instruida pretenden sobresalir hasta en los peores momentos. Ese medio pelo que tanto éxito le dio a Jauretche hoy más que nunca florece en cada pandémico día.
Desesperados por viajar en medio del virus dejan sus marcas en el face. “Arreglate vos Alberto”, “Este virus no es peor que el peronismo”, “banquenlo ustedes yo me voy a Cancún” algunas de las frases que estos cachivaches dejaron escritos. Días más tarde pedían por favor que los vayan a buscar. Es más, reconocían a la línea de bandera, hablaban de derechos y obligaciones, decían que pagan los impuestos y demás giladas que suelen decir estos portadores de cacerolas de teflón.
Alberto Fernández conduciendo al peronismo está manejando la situación lo mejor posible. Toma decisiones y cuando dice utilicemos la sanidad privada, vuelven los militantes del odio. Otra vez el face, otra vez los discursos. Se podía leer: “con qué derecho un negro usará mi clínica que pago fortunas”, “porque debo prestar lo que yo pago” y demás frases gorilas. Claro, cuando todos pagamos el avión para que vaya a buscar al idiota que se fue en marzo a Cancún ahí no discutíamos de quien era la plata. Para rescatarlos de la arena todos colaboramos, pero la clínica no se la toques.
Son estos moradores de la Capital Federal los que sacan su inútil cacerola para protestar por la nada misma. La Argentina está en guerra con un enemigo invisible. Un virus importado que gente que no vive en la villa trajo a esta tierra. Contra la pandemia estamos jugando quizás la última carta y el imbécil saca una cacerola porque el raro Marcos Peña se lo ordenó.
Miserable es un término que los puede calificar pero ya queda corto. Actúan muy parecido a los colaboracionistas del gobierno nazi entregando judíos para que mueran en las cámaras de gas. Eso sí que son, colaboracionistas y nazis. Solo sacan una cacerola porque el presidente tiene un noventa por ciento de adhesión popular pero no entienden que ese apoyo se debe a que está ayudando a salvar vidas, incluso las de los cacerolos.
El medio pelo de Jauretche los calificó muy bien. También son medio cultos, medio leídos, medio instruidos, medio tontos, medio comunistas, medio capitalistas, medio trabajadores, medio liberales, medio europeos, medio yanquis, pero entero nada. Aunque si, en algo son enteros, en su idiotez, en su estupidez ilimitada propio de lo miserable que son. A pesar de su egoísmo, de su escasa sabiduría y de su falta de compromiso el peronismo saldrá adelante y en un tiempo el virus será un mal recuerdo muy a pesar de ellos.




