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Opinión

MARTÍN SORIA: MINISTRO DE JUSTICIA.

EL PRÍNCIPE de MAQUIAVELO debería ser reeditado, o mejor dicho ampliado a los nuevos tiempos que corren, para poder tener una guía práctica con respaldo filosófico, de los obstáculos que debe sortear «El Príncipe» (hoy el mandatario), que se hace del poder por sus habilidades o virtudes (hoy por elecciones libres) y donde es imposible complacer a todos. El temple de «El Príncipe» se pondrá en valor cuando logre convencer a propios y extraños que las medidas tomadas, aunque los perjudique, habrá que apoyarlas.

No alcanza para MAQUIAVELO tener sólo el apoyo de «los nobles» (hoy los poderosos y las corporaciones)por una razón cuántica (ya que son minoría) y porque éstos desean oprimir al pueblo y en esas circunstancias la clase baja difícilmente pueda darle su apoyo. También deberá lidiar «El Príncipe» con la natural resistencia de la gente a aceptar cambios, aún aquellos que los benefician.

En ese delgado hilo se movía este pensador del Siglo XVI, que jamás pudo imaginarse que por obra de la propaganda política los obreros pudieran votar a la poderosa oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Pensar hoy que se puede hacer docencia desde el poder es ingenuo y temerario, los mandatos se ejercen con vigor, decisión y arrojo, las declamaciones estorban el lenguaje y saturan la concentración y atención que deben ponerse en práctica para saber hacia dónde se va. El Poder Ejecutivo en sus diversas formas (presidente, primer ministro, canciller, etc.) delega la tarea en distintas carteras, con las directivas impuestas que ya deben estar grabadas en las mentes desde la campaña electoral, las que lleven a la práctica las medidas concretas.

Hoy nos vamos a ocupar del Ministerio de Justicia: No tiene poder de decisión propia, si bien puede marcar pautas los jueces y fiscales lo toman como a un político pasajero. Es cierto que a veces puede viajar y reunirse con sus pares en el resto del mundo, pero todo queda en declaraciones genéricas, fácilmente olvidables, que bregan por la igualdad, la equidad, el derecho de defensa y la libre investigación, no más de ello, pero no puede remover ni sancionar jueces, tal vez propicie una investigación pero rápidamente debe delegarla en el Consejo de la Magistratura, sus opiniones no son vinculantes, aún así es un cargo nobiliario que bien puede dar pie por su prestigio a cargos mayores, como ser la Presidencia de la Nación, así ocurrió con Santiago DERQUI, José Evaristo URIBURU y Nicolás AVELLANEDA, todos en el Siglo XIX cuando se asociaba a la justicia con la educación; en el siglo pasado sólo Ramón S. CASTILLO saltó de ese ministerio a la presidencia, pero por un breve período debido al Golpe de Estado de 1943.

De manera que el nombramiento de Martín SORIA en esa cartera, lejos de estar en la mente de Alberto FERNÁNDEZ para postularlo a presidente en un futuro más o menos cercano, sólo es una forma de distracción y tenue maquillaje, sin que ello importe a mi entender ninguna esperanza de cambio en el por todos denostado Poder Judicial Argentino, es más, estimamos que tendría las manos mucho más libres desde su puesto de diputado para realizar e impulsar denuncias, que con este nuevo cargo. No es su culpa, tal vez si MAQUIAVELO viviera le daría otra función a este ministerio, incluso nosotros lo reformularíamos por completo, pero de momento es imposible.

Un abrazo: GARCILAZO.

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