
“Hoy una marcha, mañana una traición” sería la frase que identifique a ese sector de la oposición que como zombis van al obelisco y no saben por qué. Quizás uno diga que milita la anti- cuarentena, y no entiende que hoy sale hasta el Bobby, otro gritará en contra la reforma judicial mientras le pega a un periodista, otros protestarán contra la economía mientras encienden un puro, algún perdido reclamará a Fernández por la derrota del Barça y siempre hay un descolgado, ese que pide la vuelta de “Feliz Domingo” a canal 9. Estos buenos muchachos integran una parte de la clase media que solo odia y no sabe por qué. ¿Será porque sus jefes odian y no le explican la razón del odio? En fin, Arturo Jauretche se lo cuenta: “la multitud no odia, odian las minorías, por que conquistar derechos provoca alegría mientras que perder privilegios provoca rencor”. Muy claro lo tenía el hombre de Lincoln, que para completar la idea nos decía allá por la década del 60: “la oligarquía es una minoría ínfima de nuestra sociedad, son dueños de la tierra, si, pero su mayor poder es ser dueños de la cabeza de miles de argentinos de clase media, que, sin tener más tierra que la del cantero del patio, se comportan como fieles defensores de un modelo que no les pertenece”.
Este es el comportamiento de la oposición. Se nutre de escasa inteligencia, pero de buenos marchantes cuya mayor aspiración es ir al obelisco para insultar a quienes fueron sus salvadores en favor de aquellos que hicieron de la nación una colonia.
Pero atención, que también en el oficialismo hay flaquezas. Esa parte de la clase media culposa, esos que votan a los nacionales y populares con resistencia porque caen en la trampa de los medios hegemónicos. Esos que cortan boleta o que no militan tanto sus ideas porque tienen un amigo que les contó que ese candidato o funcionario anda en cosas raras. Arturo Jauretche tenía también una definición para estos casos cuando escribía: “los gobiernos populares son débiles ante el escándalo. No tienen ni cuentan con la recíproca solidaridad encubridora de las oligarquías y son sus propios partidarios quienes señalan sus defectos que después magnifica la prensa. El pequeño delito doméstico se agiganta para ocultar el delito nacional que las oligarquías preparan en la sombra y el vendepatria se horroriza ante las sisas de la cocinera”.
Por eso hay que estar firme en el pensamiento nacional y combatir aquellos que representan la antipatria. Los Bullrich, Lombardi, Carrió, Lanata, Longobardi y demás son los soldados del mayor entregador de la historia, don Mauricio Macri.
Por eso hay que coincidir con Araceli Bellota cuando decía:
“Arturo Jauretche que estás en los cielos, recordado sea tu nombre,
Venga a nosotros tu genio,
Hágase
Tu pensamiento así en la Puna como en Palermo,
Danos hoy el raciocinio de cada día
Y perdona nuestras zonceras
Así como nosotros
Perdonamos a tanto zonzo.
No nos dejes caer
En el medio pelo
Y líbranos del odio.
Amén”.




