
Siendo peronista de una sola madera, con mis convicciones, ideales y principios intactos. Que puse el pecho en los años 70, que pude perder la vida en Ezeiza, cuando llegaba el General Perón. Que sufrí en mis fibras más intimas, cuando Perón me hecho de Plaza de Mayo.
Fui secuestrado el 30 de marzo de 1977 por los grupos de tareas de los militares genocidas. Estuve detenido en la maldita Escuela Mecánica de la Armada, que era un centro clandestino de torturas y muertes. Hoy Museo de la Memoria.
A los 68 años, me siento traicionado por aquellos que creen tener la verdad absoluta del Peronismo. Me refiero a La Cámpora y a sus militantes. Se sienten los nuevos «revolucionarios» y los dueños del gobierno y del poder. La verdad que me dan pena y vergüenza.
¿Ustedes participarían de una revolución social, pondrían el pecho por las causas peronistas y defenderla con la vida?
Tengo la sensación de que solo están para ocupar cargos públicos, que ni siquiera sé si merecen. Y también se hacen visibles para cantar cantitos infantiles en el Patio de las Palmeras, para ser escuchados por su líder, el diputado Kirchner. Que queda claro que está a años luz de Juan Carlos Dante Gullo, de Abal Medina o de Fernando Vaca Narvaja. Es solamente Máximo, portador de un enorme apellido.
Tengo la esperanza a mi edad que los peronistas puros retomemos al gobierno y al poder, porque el actual es un burdo maquillaje perfumado de peronismo.




