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Opinión

Lineamientos para superar la crisis económica

Grupo Callao

A mil días del gobierno de Cambiemos confirmamos el fracaso de la política económica. El gobierno ha sido irresponsable y dogmático. Apostó con una integración acrítica al mundo que ha amplificado las vulnerabilidades estructurales de nuestra economía. Un proceso de desarrollo de las capacidades nacionales supone, justamente, un camino crítico de decisiones basadas en el análisis profundo de la estructura económica y social, en un contexto mundial francamente desfavorable.

El sesgo ideológico del gobierno y la pertenencia de parte importante del equipo económico al mundo de las finanzas especulativas guiaron la toma de decisiones. El resultado ha sido un incremento muy notorio en los niveles de endeudamiento (particularmente en moneda extranjera) y un stock inmanejable de activos emitidos por el BCRA. Durante el proceso, algunos pocos se beneficiaron mientras que la mayoría sufre las consecuencias de una economía que no crece y que no genera empleo digno.

La respuesta a la crisis parte de una premisa errada. El problema no es el déficit fiscal, el problema es que los dólares no alcanzan. Si durante los dos primeros años de gestión del gobierno de Macri pareció que las medidas restrictivas sobre la compra de dólares eran innecesarias, esa sensación ha sido únicamente el producto de un proceso vertiginoso de endeudamiento en moneda extranjera. Ahora, el flujo de intereses de esa deuda (y por supuesto su amortización) han alcanzado niveles que despiertan la preocupación aún de los más propensos al riesgo. Para seguir adelante los inversores demandan una mayor tasa para cubrirse de una expectativa de devaluación que aumenta. El gobierno calla y otorga. Y la bola de pesos invertidos a tasas siderales que, inexorablemente, serán convertidos a dólares para fugarse crece hasta alcanzar niveles que son inmanejables.

En su desesperación el gobierno convoco al FMI. El pedido de rescate—respondido en tiempo récord por la institución—representa un fuerte apoyo internacional al gobierno de Macri. Sin embargo, no tendríamos que equivocar la lectura: el apoyo supone un brutal ajuste que achique el déficit externo, de forma tal que los inversores recuperen la “confianza”. De hecho, el fenomenal monto del acuerdo con el FMI apenas si alcanza a
cubrir las necesidades de dólares que tuvo la economía argentina durante el año 2017— mucho antes de la corrida de mayo de 2018—en términos de déficit comercial, intereses de la deuda, turismo y fuga.

La situación en la que nos encontramos es grave y nos enfrenta con la posibilidad de caer en una nueva década perdida. El ajuste que el gobierno ha prometido para lo que resta de su gestión y más allá, representa un círculo vicioso de retracción del consumo, la inversión y por ende de falta de crecimiento y caída del empleo. Como consecuencia tendremos niveles muy elevados de sufrimiento social. El golpe más fuerte—como ya resulta evidente—será sobre los sectores de ingresos fijos en pesos y, por supuesto, los más vulnerables que ya atraviesan circunstancias muy penosas.

La única salida es poner a la Argentina a producir. Si no despertamos y estimulamos a la Argentina productiva, no hay solución que incluya a los 44 millones de argentinos. La salida que se propone hoy con el auxilio del FMI, es una salida inviable. Una salida que al poco de andar necesita definir a cuántos argentinos tenemos que dejar afuera del circuito del trabajo y del consumo.

La Argentina tiene que reconstruirse uniendo conocimiento con producción y recursos naturales. Tenemos que seleccionar proyectos y sectores y ponernos en marcha. Existen ejemplos diversos: agricultura de precisión. Cuando el campo incorpora tecnología y apuesta por transformar las materias primas en productos de valor agregado nos alejamos de la vulnerabilidad de los mercados de commodities. Cuando la minería sirve de base para la industria y la producción se conduce en términos cuidadosos con el medio ambiente gracias a la incorporación de ciencia y tecnología, tenemos proyectos productivos que amplifican los beneficios en términos del desarrollo local y el empleo. Cuando la industria se basa en productos bien diseñados, en contextos donde las empresas pueden operar en red, sustentadas en buenos servicios de logística, y con procesos energéticamente eficientes, es posible atender las necesidades locales y recuperar mercado externo.

Los cambios estructurales que se requieren demandan tiempo y la crisis ya está instalada. En lo inmediato, tenemos que revisar la regulación de la cuenta capital y, al mismo tiempo, desarrollar un sistema de protección comercial inteligente. Estimular la sustitución de importaciones y alentar la reacción rápida de los sectores exportadores apoyados en mano de obra local (tanto industriales como de servicios basados en conocimiento -tics, software, industrias culturales, etc). En el rubro de la energía también es posible invertir pesos y obtener dólares con vista a lograr recuperar el autoabastecimiento. No podemos construir una salida sustentable a la crisis si la apuesta es entregar nuestros recursos para que se procesen y consuman en otros países.

Para recuperar paulatinamente niveles crecientes de soberanía necesitamos hacer una mejor lectura del mundo. Si no entendemos a fondo los cambios que están ocurriendo a nivel de la geopolítica regional y global, no vamos a encontrar los espacios de maniobra ni vamos a llegar a tiempo a ocupar los mercados y los sectores donde tenemos oportunidades genuinas. Cambiemos, además de las apuestas irresponsables y la mala praxis económica, también equivocó de forma grosera la identificación de las tendencias globales y desplegó una inserción externa de la Argentina desactualizada y pueril. Propusieron una estrategia que nació viaja, extemporánea. Y ese error también lo pagaremos caro.

No existen atajos para el desarrollo nacional. Una economía más justa sólo es posible de la mano de un proyecto de desarrollo de las capacidades, es decir, de un proceso lento pero continuo de industrialización. El Estado debe recuperar y recrear espacios de maniobra para poder liderar una estrategia de mediano y largo plazo para la industria nacional. En un contexto internacional adverso y con una situación macroeconómica crítica, tenemos que volver a pensar y poner en valor todos y cada uno de los instrumentos para potenciar las capacidades nacionales, para estimular la producción, el empleo y la movilidad social ascendente, con una trayectoria sostenible en el tiempo. Es necesario fijar el rumbo hacia el desarrollo y atender las problemáticas más urgentes, trabajar sobre lo urgente guiados por lo importante.

Fundamentos para el desarrollo nacional:

Política industrial activa. La política industrial es una condición sine qua non para el desarrollo. La cuestión industrial tiene que ubicarse en el centro de las políticas públicas, como eje de acción y como eje narrativo. Sin desarrollo industrial todo lo demás (más derechos, mejor distribución del ingreso) no será posible o no se sostendrá en el tiempo: sin industria no hay clase media.

Política científico tecnológica integrada a la política industrial. La Argentina posee una gran cantidad de capacidades en ciencia y tecnología. Tenemos que volver a darle prioridad a esta agenda y conectarla al desarrollo de las capacidades industriales nacionales. Las universidades nacionales y el sistema científico tecnológico nacional son piedras angulares de un programa de desarrollo en un contexto donde el conocimiento es clave.
Identificación de “proyectos estructurantes” del desarrollo. Tenemos que seleccionar sectores y políticas públicas ad hoc que permitan una integración o encadenamiento de varios subsectores, financiar su desarrollo y controlar los resultados. El estado tiene herramientas muy poderosas: compra pública y compre nacional. Un conjunto de proyectos bien diseñado tiene que permitir una agenda de desarrollo federal, con el aporte de todos y cada uno de los territorios. Puesta en valor de la compra pública y el compre nacional como instrumentos de promoción de la producción nacional.

Política comercial sin dogmatismos. El mundo entero discute las consecuencias de la globalización, en particular por su impacto negativo sobre los salarios, las condiciones de trabajo y la distribución del ingreso. La Argentina tiene que volver a discutir un camino crítico de integración regional, alejado de los acuerdos de libre comercio que imponen las economías centrales. Restablecer un sistema de monitoreo de las importaciones en sectores sensibles y donde se presentan mayores riesgos de pérdidas de empleos, identificando prácticas de competencia desleal y restableciendo el sistema de estadística de comercio exterior.

Coalición nacional duradera. Para llevar adelante un proceso de desarrollo de mediano y largo plazo es necesario lograr una coalición nacional que permita acompañar el proceso de inversión y las mejoras en la distribución del ingreso. No se trata de un acuerdo de precios y salarios estático sino de una trayectoria de largo plazo sostenible para la rentabilidad del capital y para la participación del salario en el ingreso.

Empleo digno. No podemos resignarnos a “uberizar” toda nuestra economía. El empleo digno tiene que ser una meta insoslayable. La modernización de las formas de contratación y de los convenios y estatutos no puede ser utilizado como un mascarón de proa para dejar a los trabajadores indefensos y sin derechos. La situación del 30% que trabaja en la informalidad y la baja participación de las mujeres en el mercado de trabajo tienen que ser indicadores a revertir para desarrollar una nueva agenda para el trabajo digno.

“Desfinanciarización” de la economía. Hoy en la Argentina todos los incentivos están alineados a favor de la valorización financiera. Si la inversión financiera resulta más atractiva que la inversión productiva, el crecimiento de la economía real y el empleo están en riesgo. La Argentina no puede ofrecer su territorio como plaza para la timba internacional.

“Desdolarización” de la economía. Tenemos que desacoplar los precios claves de la economía—como son los alimentos y las tarifas—de los precios internacionales. No es justo y tampoco necesario para garantizar niveles de rentabilidad razonables.

Medidas urgentes

Desfinanciarización:
– Recuperar instrumentos para desalentar el ingreso de capitales especulativos, mediante encajes y períodos mínimos de permanencia, y aliento a las inversiones productivas de mediano y largo plazo.

– Reintroducir un esquema de regulación del mercado de cambios con características similares a las existentes entre 2002 y 2010, con exigencias de liquidación de exportaciones en plazos que no afecten el normal desenvolvimiento de los negocios productivos y una administración razonable de los flujos de divisas.

– Limitar las emisiones de deuda externa y apostar a mecanismos más creativos de utilización productiva del ahorro interno y los recursos institucionales, procurando reducir el elevado grado de vulnerabilidad y costo financiero en que nos ha introducido la Administración Cambiemos.

Esfera productiva:
– Disponer de manera urgente un fondo de créditos para las PYMES de $ 150.000 millones mediante el restablecimiento de la Línea de Créditos para la Inversión Productiva (LICIP- BCRA). – Direccionamiento de todos los regímenes promocionales que contengan beneficios impositivos para la inversión sectorial, PyME o en general (amortización acelerada de bienes de capital, diferimiento de IVA, etc.) a la adquisición de bienes fabricados en el país. – Incrementar el plan de inversiones de YPF, con un programa de proveedores nacionales.

– Promover el turismo receptivo y el turismo interno, realizando fuertes inversiones en infraestructura y estímulos crediticios para el sector privado, en forma conjunta a la introducción de impuestos al turismo en el exterior.

Esfera fiscal:
– Reintroducir retenciones a las exportaciones mineras, las cuales podrán generar un bono fiscal para promover inversiones en la cadena productiva local, en particular en ingeniería e I+D en el país.Las empresas mineras que inviertan en el desarrollo de proveedores de manufacturas y tecnologías locales, podrán recuperar dichas retenciones.

– Frenar la reducción de las retenciones a las exportaciones de soja y evaluar la posibilidad de incrementar en el caso de trigo y maíz, en función de la evolución del tipo de cambio y la rentabilidad del sector.

– Una parte de las cargas impositivas obtenidas será destinada a la constitución de un fondo de fomento de las exportaciones argentinas. Todos los proyectos exportadores genuinos y viables, de todos los sectores, regiones y tamaños de empresas, recibirán financiación en condiciones de fomento a mediano y largo plazo.

– Elevar los reintegros a la exportación de las manufacturas de origen industrial en 3 puntos adicionales, ayudando a dinamizar la exportación del sector manufacturero que hoy cuenta con dificultades para competir, en buena medida por la fuerte presión tributaria.

– Impuesto a los débitos y créditos. Autorizar descuento del 75% al impuesto a los débitos y créditos bancarios a cuenta de impuestos para aquellas empresas que no tienen el descuento del 100%.

Política comercial:
– Restablecer un sistema de monitoreo de las importaciones en sectores sensibles y donde se presentan mayores riesgos de pérdidas de empleos, identificando prácticas de competencia desleal y restableciendo el sistema de estadística de comercio exterior.Este sistema no incluirá a todos los sectores sino exclusivament a aquellos donde se observan los mayores problemas en términos de competencia deseleal y riesgos sobre el empleo.

– Gestión de política comercial externa que determine una administración de las importaciones acorde con la sustentabilidad de la producción nacional e incentivando a los canales comerciales y retail a proveerse de productos nacionales.

– Reversión de las concesiones en materia de acceso al mercado local, referidas al sector manufacturero en el marco de los Tratados y Acuerdos de Comercio que integran la actual agenda de negociaciones económicas internacionales.

Empleo:
– Extender el Programa de Recuperación Productiva (REPRO) para defender el empleo formal, herramienta de probada eficacia en momentos recesivos 2001-2002 y 2009. Y reimplantar el monotributo social para la agricultura familiar.

Ciencia y tecnología:
– Desarrollo de líneas de créditos especiales, readecuación de los términos de la ley de compre argentino (recientemente sancionada) y de regulaciones específicas, a fin de sostener el nivel de actividad y priorizar la continuidad de los equipos de trabajo técnico de las empresas tecnológicas con participación estatal (INVAP).

– Reelaborar el plan de negocios de ARSAT. Mejorar su rentabilidad a partir de los tendidos de fibra óptica que disminuyen los costos de operacióny con nuevas condiciones. Retomar el plan estratégico satélite que incluye el diseño y construcción del Arsat III.

– Relanzar la construcción de Atucha III, iniciando la inversión de construcción que es en pesos, y Atucha IV utilizando el crédito resultante del convenio con China.

Consenso social:
– Convocar a los diferentes actores económicos y sociales a la conformación de un ámbito de concertación para, junto con una política monetaria y fiscal coherentes, reducir la inflación con un programa de mediano plazo. En dicha concertación se discutirán salarios, precios, tecnologías y productividades.

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