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La zoncera de las inversiones

Por Simón Radowitsky

El CEO mundial de Shell, Ben Van Beurden reconoció que la empresa está evaluando poner en venta sus activos en el país como parte de un plan de desinversión por 30 mil millones de dólares. Los activos de downstream que planea poner a la venta son la refinería de Buenos Aires, 600 estaciones de servicio y el resto de productos de comercialización de la empresa.

En una conferencia de prensa realizada en Nueva York, los primeros días de setiembre, aclaró que revisión en el país no incluye la exploración y producción según consignó la agencia Reuters.

En nueve meses de gobierno de la actual administración siempre se habla de un plan económico que genere inversiones. Hay que bajar la inflación para vengan inversiones, hay que bajar el salario para entran capitales, hay que promover el ajuste para que sea atractivo el país y el mundo invierta. Lo cierto es que el ajuste está de moda, los salarios no sirven, la desocupación aumentó y de inversiones ni hablar, solo Shell que se va.

La zoncera de las inversiones se escuchó de la boca de Cavallo, Martínez de Hoz, Alsogaray, Krieguer Vasena desde la década del 60´ para acá. En la década del 30´, el fiscal general de la Nación Manuel Ortiz Pereyra, forjista,  dijo: “Usted sabe porque si, como dicen, en la Argentina llueven inversiones, resulta que nosotros los del pueblo andamos siempre secos. Lo que ocurre es que el país esta techado por eso no nos mojamos de esa lluvia de riqueza, y ese techo tiene canaletas que llevan esa riqueza a Londres y Nueva York y nosotros nos quedamos secos, y eso es el imperialismo, no le parece?”.

Ochenta años más tarde, seguimos con el mismo cuento. Banquemos un plan de ajuste para abaratar costos así vienen los capitales foráneos invierten y todos nos salvamos. La recomendación para estos casos es una frase de Perón, se vuelve de todos lados menos del ridículo. Y porque se dice esto porque si aplicamos el mismo método que en el 55´, 76´, los noventa y el 2001 obtendremos el mismo resultado, o sea el fracaso.

Shell ya anunció que se va y no escuchamos los anuncios de los que vienen. Y difícil que lo  hagan. Hoy el país está en crisis, el consumo sigue bajando y la garantía que busca el poder de que este gobierno tenga un proyecto a largo plazo, no existe. El plan de Prat Gay es igual al de Prebish, ministro de economía de Aramburu. Para esos tiempos y en referencia a este plan, Jauretche dijo: “Se cumplirá una sentencia de Prebish “las economías débiles no colaboran, se subordinan fatalmente”. Mientras tanto, nos iremos hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de  capital puedan remitir sus beneficios al exterior. Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria, en razón de la caída de nuestros precios y de la carga de remesas al exterior, no habrá entonces más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar nuestro porvenir. Llegara entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota o las usinas. Poco a poco se ira reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo a nuestro pueblo a la miseria, frustrado en los  grandes ideales nacionales y humillándonos en las condiciones de país satélite…Bajo el falso pretexto de una crisis económica sin precedentes, está por consumarse la gran estafa a los intereses y a las aspiraciones de la nacionalidad”. Concluyó ese gobierno y Jauretche tuvo razón. Hoy el plan es el mismo, entonces la pregunta es: ¿A igual método porque se persigue un resultado distinto? El fracaso comenzó su proceso. El país se endeuda, no crece, la gente no consume y su economía se reduce día a día. Hoy como ayer el oficialismo transfiere su culpa al peronismo, también  hoy se habla mentirosamente de una crisis y también hoy nos muestran espejitos de colores o sea esas inversiones que nunca llegarán y que solo sirve para instalar un plan solo para minorías donde en esta fiesta hay derecho de admisión, o sea las mayorías no han sido invitadas.

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