
Si nos organizamos ganamos, si jugamos bien somos campeones y todos unidos triunfaremos, son frases hechas que brotan, flotan y se hunden en la política. La palabra más mencionada en los últimos tiempos fue , unidad. Si el peronismo no va unido pierde, que se una desde Barrionuevo hasta Cristina, por un lado. Otros como Lavagna también pregonaron esa palabra al mismo tiempo que Massa, Macri y los extras de siempre en estas películas, los radicales.
Pero vayamos por partes, como decía Jack el destripador. Cristina candidata tuvo un baño de humildad y se colocó en el segundo puesto. Lavagna dijo ni Cristina ni Macri. Massa gritó hagamos el gran frente, pero estaba indeciso entre amarillos o k.
Las horas, las notas y las operaciones pasaban y el peronismo comenzó a consolidarse. Para estas horas Lavagna decía ni Cristina, ni Macri ni Alternadora. Massa dudó hasta último momento y los radicales, bien gracias.
El tiempo de las alianzas terminó y el peronismo completó los tres casilleros principales. Los Fernández se llevaron el 90 por ciento del peronismo más 16 partidos. Massa se integró pero la campaña la hace solo y Lavagna se quedó sin Alternadora, con Urtubey pero por poco tiempo, sin k, sin m, y con la unión de unos pocos. Los radicales, sí todos unidos y llorando al enterarse de Pichetto vice y Ritondo primer diputado nacional.
Lo cierto que para proclamar la unidad hay que ser generoso, y la política argentina el egoísmo es el común denominador. Todos o casi todos quieren la unidad de su ser y nadie más. Roberto Lavagna sin votos pero con ego más alto que el obelisco llegará cuarto o quinto en la compulsa comicial.
Massa sin territorio, sin poder exige como si fuera Perón. Además quiere la unidad pero él hace campaña solo. Macri se unió a Pichetto y ya sus senadores huyeron hacia el peronismo. Los radicales sin poder, sin cargos, sin nada, están unidos pero en el fracaso. De todos los mencionados solo una fue generosa, alguien que con la tercera parte del electorado, le cede la candidatura a presidente a alguien sin votos, solo Cristina pretende la unidad y trabaja en consecuencia.
Las cartas están echadas. En agosto y octubre se dirime los destinos de la patria. Votamos para seguir con el ajuste o cambiar la vida. Votamos a un Pichetto que perseguirá a Ramos Padilla, votamos a un Macri que seguirá aumentando los precios de la canasta familiar o votamos la esperanza, los Fernández que buscarán revertir una situación que solo la derecha instala, la pobreza y el hambre.
Todos somos militantes, todos buscamos la herramienta que permita que los amarillos vuelvan a sus negocios y dejen vivir tranquilamente a la población. En noviembre comenzamos una nueva vida o seguimos llorando e insultando. Usted decide?