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Opinión

La subversión calienta las calles cubanas.

Por Margarita Pécora B.   –

“La calle está caliente”,  “la gente se botó pa’ la calle”, “esto está que arde”…  son algunas de las    frases populares más   simbólicas  que describen por las  redes sociales,   los  insólitos focos de  protesta social que de manera sincronizada y obviamente  orquestada desde La Florida, han  sacudido  las calles  cubanas  este domingo. Pero si  esto ocurrió de un lado,  de otro surgieron   contramarchas   que han logrado reunir a miles  de cubanos/as  desfilando por  el Malecón habanero y calles aledañas a responder con banderas y consignas “pa’ lo que sea Fidel, pa’ lo que sea…”, expresión de la vigencia del  líder histórico de la Revolución que  sus seguidores más fieles  no están dispuestos  a  entregarle al enemigo.

Protestas como estas  en Cuba son una rareza y  no se llegarían a producir, si  antes no  existiera un disparador,  una causa, un origen y una mano oculta. Lo cierto es que  este domingo en varias localidades de  la isla caribeña el pueblo salió a las calles a protestar insólitamente,  coreando consignas  contra el gobierno  del presidente  Miguel Díaz Canel  al que consideran responsable de   la situación  extrema  de carencias,  sobre todo de medicamentos,   alimentos  e  insumos para la producción,   agravados por  la pandemia.

Algunos manifestantes  se niegan a dar crédito al impacto  del bloqueo  comercial, económico y financiero que mantiene Estados Unidos contra el  pequeño país y  buscan salida al malestar exteriorizando la insatisfacción por un  combo de dificultades  que  han disparado las alarmas con el  incremento de contagios y fallecidos  por el Covid,  el colapso hospitalario en  ciudades emblemáticas del turismo como Matanzas, por solo citar un ejemplo, a los que se han agregado  dificultades de mal manejo  en  centros de aislamiento.

Aprovechando esta problemática, la  oposición al gobierno  ha instalado la idea de que hay un “caos” en la Isla, avivando la polémica por las redes sociales sobre  un pedido de la disidencia cubana asentada en Miami,  de  un corredor humanitario para la Isla. La  propuesta  fue  rechazada por el gobierno cubano que ve  operando por detrás y con otras  intenciones,  a   la maquinaria mediática  anticubana establecida en  La Florida.

Desde ese Estado,  efectivamente,  se   producen  a diario  programas de corte subversivo que día y noche,  martillan con  retórica  contra el  ‘comunismo’ en la isla  y  gritan arengas  incitando al odio y  a  la sublevación popular.  Alex Otaola, y conductores de  Univista, entre otros,    han llamado  en las últimas horas a una intervención militar, y  a  incendiar  a Cuba,  sin importarles el baño de sangre que  puede traer para el pueblo que los  vio nacer y educó, ese   macabro pretexto  para   intervenir en  Cuba y arrebatarle la soberanía.

La campaña anticubana ha sido manejada de manera inteligente por esos descerebrados al volante   de  la subversión, que  copian  tareas del Manual  de los golpes blandos sobre una  sociedad  ahora  frágil y creen que  es el momento  oportuno para  dar el zarpazo que  con Fidel en vida,  jamás  pudieron concretar.

La situación de escasez de  medicinas y alimentos  en  ‘ la isla de los Castro’ como  obsesivamente le siguen llamando, es  innegable, pero  quieren precipitar un golpe, justo cuando las organizaciones de amistad y solidaridad con Cuba y  los cubanos residentes en el exterior que no comulgan con el odio,   están enviando ayuda a los compatriotas;  justo cuando  avanza con  enorme  esfuerzo la vacunación masiva, es cuando   la disidencia  se desespera,   instala   la idea del  “caos” y enciende la mecha,  sentados como están, detrás de una computadora financiada por  alguna ONG  de las muchas  que hay diseminadas por el mundo haciendo la labor   desestabilizadora  de cuantos gobiernos populares queden  en la Región.

Es imposible representar de forma abreviada la situación  que atraviesa Cuba, ni  se le puede pedir  a un  pueblo  angustiado que  comprenda  las   segundas,  ni terceras   intenciones   de los que piden con aparente ingenuidad   el corredor  humanitario   para supuestamente  “ayudar a sus compatriotas”.

Se sabe que han transcurrido 62 años  de lucha constante contra el bloqueo, y  muchos cubanos sienten perdidas las esperanzas de que sea levantado,  menos después de 7 meses transcurridos de la asunción del presidente Biden  que  no ha  removido una sola de las medidas y está sentado esperando para  ver  hacia donde  se mueve la marea…

Desde que  apareció la pandemia, no ha habido un solo país que  no haya sido impactado por la crisis económica del parate  que   provocó;  ni las naciones del llamado primer mundo (Inglaterra, Alemania, España, Francia, Italia) han podido salir ilesas del revés económico y los gobiernos han   tenido que aceptar  con cierta lógica  y amplitud  democrática, la realización de manifestaciones que han colmado las calles  incluso en medio de  los picos de contagios, contra el cierre de actividades, de viajes al exterior, las  mascarillas, las vacunas,  y  las peores han sido contra el mal manejo de la pandemia y las  pavorosas cifras de muertos. Pero lo que cambia  en el caso de Cuba, es que hay un enemigo poderoso  afilándose los dientes para pegar el zarpazo en  el momento menos pensado.

De esos peligros alertó a los cubanos en  un mensaje   el  presidente  Miguel Díaz Canel,  donde  afirma que “La revolución es diálogo verdadero que antepone la verdad y la ética, a la independencia y la perversidad,  que no negocia su existencia, no legitima a mercenarios y actúa con seguridad y firmeza”-.

Esta es la postura del gobierno cubano que  dice que ¡La calle es de los revolucionarios! Y que “No vamos a entregar la Revolución”. La palabra la tiene ahora  el pueblo cubano,  que está dotado de sentido común para darse cuenta que camina sobre brasas  prendidas por mercenarios que prometen Patria y vida, pero a costa de verlos arder.

 

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