
Los medios dominantes se encargan hoy de contrabandear conceptos y traficar miles de
palabras e imágenes con un solo objetivo: el engaño. Este servicio, como grupo de tareas que
son, favorecen únicamente a la oligarquía local y a las corporaciones extranjeras.
Nuestros oídos perciben las fake-news como modo de entablar una charla que solo sirve para
agrandar una grieta que la derecha instaló para la división de las mayorías.
“En el 2016, dice Aram Aharonian, se produjo un nuevo punto de quiebre en la historia de las
noticias falsas. Tanto que el Diccionario Oxford declaró la “posverdad” como palabra del año.
Las fake- news dejaron de ser un artilugio de los medios para conseguir más tráfico. Ese año,
la elección de Donald Trump comprobó que las mentiras pueden llegar a ocupar el poder real.
La ficción y la realidad virtual llegaron a la Casa Blanca”.
Fake-news, noticias falsas, posverdad en síntesis mentira de la mejor pureza, de la buena, eso
es todo. Hoy Trump, ayer Macri, Menem, toda la derecha y dando el puntapié inicial
Bartolomé Mitre. Todos estos conceptos determinan y terminan en cambiar la historia y hacer
entender a las mayorías que aquellos que los hicieron crecer fueron los villanos, y los que les
otorgan un sinvivir son los sacrificados patriotas.
Nada es nuevo, nada es original. “La apropiación por parte de la oligarquía de la “redacción”
de nuestra historia persiguió como fin impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los
argentinos poseamos las herramientas y la capacidad para pensar y realizar una política
nacional, es decir, propia, aseveró Claudio Díaz en el “Manual del Antiperonismo ilustrado”.
Porque como decía Arturo Jauretche: “para una política realista, la realidad está hecha de ayer
y de mañana, de fines y de medios, de antecedentes y consecuentes, de causas y concausas.
Véase entonces la importancia política del conocimiento del presente, y el desconocimiento
del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro”.
Para justificar este razonamiento jauretcheano si el votante macrista se hubiera acordado de la
Patria contratista, de los hechos delictivos en los 90 cometidos por el clan Macri, si supiera que
se habla de inversiones extranjeras desde la década del 30 y nunca se producen, si hubiera
investigado el archivo de Franco, de Lilita, de la derecha en su todo sería muy difícil que lo
hubiera votado. Es más si supiera la historia de los medios de comunicación no se dejaría llevar
de las narices por el clan Magnetto y el grupo Clarín. Pero no es así. En Argentina, el 90 por
ciento de aquellos que destruyeron la nación son halagados con una calle, un monumento o
un torneo de golf, y el resto son vituperados por siempre.
Macri nuevamente adopta la idea de Mitre. Cambiar la historia. Hoy un fiscal corrupto es
defendido por el Congreso, y un juez honesto es criticado por los medios. Hoy un modelo
económico que produce pobreza en forma incesante y continua es el camino correcto
mientras el modelo que produjo crecimiento es vituperado y sus hacedores calificados de
ladrones.
Aquellos que históricamente tuvieron problemas con la justicia dictan cátedra de honestidad al
tiempo que los medios y sus soldados los aprueban. Hoy Macri, un presidente sin verba ni
contenido, inaugura el Congreso de Lengua. Mauricio, el del clan Macri , apoya el seminario
antimafia. Y todo pasa, y todo queda al tiempo que la obediencia debida de los Leuco, Feimann
y demás es un oprobio.
Mitre, Menem y Macri, las tres m fueron y son causantes de otra historia, de un sinfín de
mentiras puestas en blanco sobre negro que en la actualidad llevan el nombre de posverdad.
Pero todo obedece a un plan y es la supremacía de la oligarquía y el empobrecimiento de las
mayorías. Eduardo Galeano diría: “ plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz
hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal.
Después, matar la memoria de la hierba. Para colonizar las conciencias, suprimirlas, vaciarlas
de pasado. Aniquilar todo testimonio de que en la comarca hubo algo más que silencio,
cárceles y tumbas.
Está prohibido recordar.
Se forman cuadrillas de presos. Por las noches, se les obliga a tapar con pintura blanca las
frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad.
La lluvia, de tanto golpear los muros, va disolviendo la pintura blanca. Y reaparecen, poquito a
poco, las porfiadas palabras”.