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La postal cubana que le espera a Obama- Por Margarita Pécora

Ya todas las  principales fuentes de noticias estadounidenses  confirman la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack  Obama  el próximo mes de marzo a Cuba, y lo presentan como  casi   el último paso hacia el restablecimiento de relaciones entre dos países históricamente enfrentados.

Y en ese “casi” está la razón por la cual  la bienvenida a Obama   tal vez no  va a contar con explosivas  muestras de alegría popular, más allá del  agradecimiento  que el noble pueblo cubano  sienten por el  afroamericano que se convierte en el único presidente que  ha dado  pasos tan importantes para que se levante el bloqueo financiero, comercial y económico que aún pesa  sobre  Cuba y que le ha pedido  encarecidamente  al Congreso de su país.

Desde luego  que  reviste una gran importancia la visita de Obama a Cuba. Será para él  y obviamente  para Michelle y sus hijas, una  visita emocionante ,  que pudiera contar con el privilegio de estrechar la mano de Fidel  quien desde un principio  manifestó  simpatía por el  mandatario estadounidense.   Pero  tendrán  que prepararse para  ver con sus  propios ojos  la postal  de un país  detenido en el tiempo, justo  50 años atrás, tantos como  tiene de existencia   el brutal  bloqueo aún vigente.

No verá Obama  autos de lujo rodando por las calles,  sino  almendrones como denominan acá a los otrora  autos clásicos de las décadas  del ’40-50  fabricados con pesadas carrocerías ,   llevando y trayendo  gente del trabajo  a casa y viceversa,   o toda suerte de  híbridos   creados por las manos de los mecánicos  del transporte  para poder  trasladar a   mayor cantidad de carga humana,  porque no hay ni los  ómnibus suficientes,  ni las  calles preparadas  para  el funcionamiento de líneas de colectivos como  necesita la gente. En su lugar  su vista chocará con miles de bicitaxis  impulsados por la fuerza  humana. Cualquier imagen  de la Cuba socialista, puede ser desgarradora,  si se llega con la vara para compararla con  cualquier  nación donde impere una sociedad de consumo, capitalista.

No verá Obama calles con suntuosos  lumínicos  con propaganda comercial,  ni grandes  supermercados,  ni modernas estaciones de servicio.  Puede ser  larga la relación, pero todo tiene su encanto, porque detrás de cada herida que le dejó el bloqueo,  está la mano  del cubano  que  hace  malabares sobre los edificios  sin pintura y con sábanas colgando  hacia la calle, para que sigan en pie, y que La Habana Vieja, por citar el mejor ejemplo,   sea el encanto de turistas, gracias a la pasión restauradora  de hombres de la talla de Eusebio Leal, el mayor exponente de la conservación  del patrimonio.

“Sería la primera vez que un presidente de Estados Unidos en activo pisa territorio cubano desde el viaje de Calvin Coolidge en enero de 1928”- recuerdan algunas fuentes- mientras otras deslizan   que el viaje estaría  sujeto a la existencia “condiciones  correctas”, para la visita.

Obama debe quedarse tranquilo.  Si las “condiciones correctas”  se refieren a su seguridad,  tiene como  prueba la visita exitosa de  varios presidentes  de Estado, y la del mismísimo Papa Francisco  que  ya tiene a Cuba como  punto de referencia mundial   para la unidad y la paz.

No  tiene que cepillarse la Ciudad ni   ponerse ropa nueva para aparentar que está linda y  satisfecha,  no tiene el pueblo cubano  necesidad alguna  de disimular  la pobreza  a la que ha sido condenada por las leyes  más crueles e inhumanas que haya podido  mantener vigente una gran potencia, sobre un pequeño país.

En Cuba a Obama  lo esperará  con  los brazos abiertos, la gente noble  y digna que anda  por la calle  “luchando” como vivir el día a día, esa gente  que siempre ha respetado  al pueblo norteamericano  y no  le va a causar ningún agravio a su presidente,  por lo que otros  han hecho con este país, para doblegarlo por hambre, a sabiendas de que no lo conseguirían.

Bienvenido  Presidente,  la   Cuba distante apenas  90 millas,  le espera con  los brazos abiertos.

 

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