La industria autopartista atraviesa un momento crítico y AFAC encendió el alerta por el déficit
AFAC en alerta por el déficit autopartista reclama urgente revisar las reglas de origen del Mercosur.

El saldo negativo de la balanza de autopartes ascendió a US$ 7.404 millones, lo que representa un aumento del 9,8% respecto del mismo período de 2024. La dinámica entre importaciones y exportaciones muestra claramente la raíz del problema. Las compras externas crecieron un 8,7% y alcanzaron los US$ 8.386 millones. Mientras que las ventas externas apenas avanzaron hasta US$ 982 millones, un incremento de solo 1,1%. Este contraste revela la imposibilidad del sector para compensar con exportaciones el aumento sistemático de las importaciones de componentes.
“La tendencia del déficit no es nueva, pero su magnitud refleja un agravamiento que preocupa a toda la cadena productiva”, señaló un dirigente autopartista a Mundo Gremial. “Durante los últimos años, la industria autopartista fue golpeada por costos crecientes, una elevada presión tributaria y un marco regulatorio que quedó desfasado frente a los cambios tecnológicos y geopolíticos globales. El resultado es un escenario donde la importación de piezas avanzadas supera cada vez más la capacidad local de abastecimiento y donde la estructura productiva enfrenta dificultades para competir en precio y tecnología”.

Rubros críticos y mayor dependencia tecnológica
El análisis por segmentos de AFAC evidencia que el déficit se concentra en áreas estratégicas para la industria automotriz. El rubro de transmisiones lideró nuevamente las pérdidas, con un saldo negativo de US$ 1.629 millones. Las importaciones en este segmento alcanzaron US$ 1.972 millones, mientras que las exportaciones se ubicaron en US$ 343 millones.
Por su parte, el componente eléctrico registró un déficit de US$ 1.097 millones. Producto de importaciones por US$ 1.157 millones y exportaciones que apenas llegaron a US$ 59 millones. Por su parte, motores aportó un saldo negativo de US$ 564 millones, con compras externas por US$ 782 millones y ventas por US$ 218 millones. Estos tres rubros, además de ser los más relevantes tecnológicamente, representan casi la mitad del comercio global de autopartes.
Los datos reflejan también un aumento significativo en las compras de componentes destinados a la producción de vehículos y al mercado de reposición. En este último se observan subas particularmente llamativas en productos como baterías, amortiguadores, juntas y neumáticos. Donde los incrementos interanuales van de 50% a 135%. En muchos casos, estos productos provienen de Brasil y de países asiáticos, especialmente de China. El gigante asiático fue ganando participación en los últimos años en el abastecimiento de autopartes de bajo y mediano valor agregado.
El comercio con Brasil, principal socio del Mercosur y destino histórico de gran parte de las exportaciones automotrices argentinas, también expone la gravedad de la situación. Entre enero y setiembre de 2025, el saldo comercial autopartista con ese país fue negativo en US$ 1.996 millones, con un incremento de 9,5% respecto del mismo período de 2024. Las importaciones desde Brasil crecieron 6,9% y sumaron US$ 2.638 millones. Mientras que las exportaciones argentinas disminuyeron levemente 0,3% y cerraron en US$ 643 millones. Este resultado no solo profundiza un desequilibrio histórico, sino que debilita los pilares de la integración productiva que el Mercosur buscó consolidar.
“La pérdida de competitividad se hace evidente en la participación de los productos comercializados entre ambos países”, explicó el dirigente autopartista. “En el caso de las exportaciones argentinas, los principales envíos se concentran en transmisiones, motores y componentes de motor. Sin embargo, su crecimiento no logra compensar la expansión de las importaciones. Especialmente en rubros donde Brasil y el extrazona han logrado ventajas de escala que la industria local no ha podido igualar”.

Un sistema de reglas de origen que quedó desactualizado
Los documentos sectoriales advierten que parte del problema de fondo está estrechamente ligado al funcionamiento de las actuales Reglas de Origen del Mercosur. Según el análisis de AFAC, el marco vigente del Acuerdo de Complementación Económica 14 permite que un vehículo se considere de origen Mercosur y, en consecuencia, goce de arancel cero para el comercio intrabloque, aun cuando hasta el 84% de sus autopartes sean de origen extrazona.
“Este mecanismo, que nació en otra época y bajo condiciones de mercado muy distintas, derivó en un espejismo numérico. Vehículos ensamblados en Argentina o Brasil con partes electrónicas y sistemas críticos importados desde China y otros mercados asiáticos ingresan libremente entre ambos países como si fueran productos regionales. En términos prácticos, el sistema habilita que autopartes extrazona entren sin pagar los aranceles que deberían abonar. Así se afectan las cuentas fiscales, la industria local y la competitividad regional”, señaló el vocero autopartista.
AFAC también expuso casos extremos donde vehículos catalogados como Mercosur contienen porcentajes de autopartes provenientes casi en su totalidad del extrazona. La consecuencia es una pérdida creciente de producción local, un debilitamiento de los proveedores históricos. Y una amenaza directa a decenas de empresas autopartistas en Argentina y Brasil, que emplean a miles de trabajadores. Y representan un capital tecnológico imposible de reemplazar en el corto plazo.
La creciente dependencia de insumos externos, especialmente de China, expone a la región a vulnerabilidades estratégicas. AFAC remarcó que el avance de los componentes subsidiados provenientes de Asia no solo afecta la producción local. Sino que erosiona la capacidad de recaudar derechos de importación. Cada dólar que deja de ingresar a las aduanas implica menos recursos para inversiones públicas, incentivos productivos y programas de desarrollo industrial.
“El impacto no es solo económico sino también social. En Argentina, el sector autopartista emplea de forma directa a más de 75.000 trabajadores distribuidos en diez provincias. La pérdida de competitividad y la reducción del contenido local en los vehículos regionales amenaza estas fuentes de empleo y profundiza la desindustrialización”, afirmó el dirigente.
Brasil también reconoce el problema. En las últimas semanas, autopartistas y terminales de ese país solicitaron a su gobierno que no se otorguen desgravaciones para la importación de vehículos semiarmados o desarmados destinados a un mero ensamblaje final. La cadena brasileña advierte que esta práctica erosiona su capacidad productiva y fomenta modelos de negocios basados en plataformas importadas que no generan valor agregado regional.

La necesidad urgente de una actualización profunda
La industria coincide en que la revisión del ACE 14 no puede seguir postergándose. El objetivo no es restringir el comercio internacional, sino actualizar los parámetros. Para garantizar así reglas de juego equilibradas y acordes a la nueva realidad tecnológica. La transición hacia vehículos eléctricos y sistemas de asistencia electrónica avanzados exige una integración productiva distinta. Que promueva inversiones, desarrolle proveedores locales y permita a la región competir con economías de escala mucho mayores.
Se requiere elevar los porcentajes de contenido local o regional necesarios para calificar como producto Mercosur. Así como implementar controles aduaneros que verifiquen eficazmente el origen de las autopartes importadas. Además incentivar la producción local mediante políticas públicas, créditos y programas de innovación. Una mayor integración productiva entre Argentina y Brasil también es clave para evitar duplicaciones, promover complementación industrial y potenciar el desarrollo tecnológico conjunto.
El déficit autopartista no es solo un problema comercial sino un síntoma de un proceso más profundo de pérdida de competitividad. Sin una revisión integral de las reglas de origen y sin un marco que promueva la producción genuina, el riesgo es claro. El Mercosur podría convertirse en un simple ensamblador regional de plataformas extranjeras, perdiendo empleo, conocimiento y soberanía tecnológica.
El tiempo para corregir este rumbo es limitado. La industria lo sabe y lo advierte. Lo que está en juego no es únicamente el equilibrio comercial sino la supervivencia de uno de los sectores industriales más relevantes de la región.
FUENTE. MUNDO GREMIAL




