La escuela no admite derrota y acepta el desafío de la continuidad pedagógica
Por Margarita Pécora.

Ya es vox populi que la pandemia del Covid-19 cambiará al mundo, es más, ya está transformando nuestra manera de ver la vida y de cómo lidiar con los ataques de virus desconocidos como éste y de otros que podrían venir con multiplicada potencia, sumado a los desastres naturales que se intensifican a consecuencia del cambio climático, entre otros avatares, pero de los que nos libraremos cuanto mejor preparados estemos. Y en este sentido, la pandemia del Covid-19 nos está dejando una enseñanza de coexistencia, válida para la presente y futuras generaciones.
Con el aislamiento social obligatorio y la paralización de las actividades en todos los sectores de la vida socioeconómica, empezaron los cambios necesarios para la continuidad. Y en ese escenario la Educación, la escuela como prefiero denominarla, sintió el frenazo de la locomotora que venía funcionando a todo vapor con clases presenciales, escuelas llenas de chicos/as cargando mochilas con libros de textos; en fin, la orden de ponerse en cuarentena cerró las puertas de las escuelas en todos los niveles y tipos de enseñanza afectando a más de 10 millones de niños, niñas y adolescentes.
Quienes pensaron que era cuestión de un par de meses, ahora saben que la escuela sigue, pero desde la casa, de manera virtual, conectado a las TIC (computadoras, teléfonos móviles, televisores, reproductores portátiles de audio, etc.),en un intento por básico que resulte, de seguir el proceso de enseñanza y aprendizaje de forma bimodal, algo que no es inédito, pero sí con poco camino transitado en el proyecto de superar las barreras del espacio y tiempo para complementar las limitaciones de la presencialidad.
Para explicar a grandes rasgos en qué medida tanto alumnos como profesores se han visto sorprendidos por la pandemia y el desafío de la continuidad pedagógica por el método virtual sin tener que lamentar que perdieron el año, hay que imaginar lo que ocurre en los dos planos donde se mueven quienes hoy están interactuando vía teleconferencias para seguir impartiendo y/o recibiendo clases.
Invito a trasladarse imaginariamente a un departamento tipo donde convive un matrimonio con dos hijos, ambos en edad escolar, y tienen la suerte de contar con PC, que hasta hace muy poco era instrumento de juegos electrónicos y chateos con amigos pero que, de buenas a primeras se convirtió en una herramienta de Teletrabajo; en primer lugar para el matrimonio que ha tenido que programarse horarios para conectarse a sus labores remotas, y luego dejar espacio a los chicos para ver a sus profesores asomarse a las pantallas como primerizos, algunos titubeando por el desconocimiento de dictar tareas o explicar contenidos por un medio nunca antes explorado.
Este es el ejemplo ideal de la familia que cuenta con la herramienta tecnológica y pueden cumplimentar sus tareas; pero la realidad es más diversa y desigual de lo que se pinta. De otra parte están los hijos de familias vulnerables que, por más esfuerzo que hagan, no pueden conectarse para recibir clases por los portales educativos y plataformas diseñadas al efecto.
Por lo que se sabe en la Argentina están los conectados a Internet, y los que no llegan a estarlo; los primeros acceden a plataformas de diferente tipo (Pcs), y los no conectados solo alcanzan a hacerlo vía celular, con lo cual la orientación pedagógica virtual, se les dificulta porque apenas tienen acceso al whatsapp y mensajería, pero no pueden navegar con facilidad. Está el caso también de los que poseen celular, pero no tienen fondos para costear un plan que les permita navegar libremente, con lo cual están impedidos de acceder a las páginas y los contenidos.
Solo el 81 % de los hogares con niños y niñas en la Argentina están pudiendo realizar actividades escolares. El estudio que es de la UNICEF, señala que el 18 % de los chicos declara no tener acceso a internet, y el 37 % no contar con computadora.
Todo lo anterior justifica lo imprescindible y urgente de que se lleve a cabo el relevamiento Proyectado por el Ministerio de Educación sobre la situación real del Uso y Acceso a Tecnologías de la Comunicación y la Información (TIC), porque no solo permitirá conocer la verdadera plataforma tecnológica con la que se cuenta para seguir impartiendo enseñanza virtual, sino rectificar la injusticias cometidas por la administración macrista, que desarticuló el programa Conectar Igualdad (CI), iniciativa que había sido lanzada en el año 2010 por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, colocando en manos de millones de estudiantes, las tablets que les abrieron el horizonte de los avances de la informatización de la sociedad.
El regreso del Programa Conectar Igualdad – anunciado en enero pasado por el gobierno de Alberto Fernández, resulta impostergable ante el desafío que nos impone la pandemia, para que la continuidad pedagógica sea lo más justa y equitativa posible, sobre todo porque la bimodalidad pedagógica vino para quedarse y marcar el desarrollo de la escuela argentina del futuro, una escuela preparada para que no la tome por sorpresa ningún fenómeno por imprevisto que sea.




