La epidemia de los antivacunas.

Por Margarita Pécora B –
Como ya han podido comprobar un par de temas impactantes, han sido la vedette de la agenda mediática este fin de semana. Por un lado los anuncios de las vacunas; con la inapropiada movilización del 17 -A de fondo, y por el otro, el hallazgo de los restos presumiblemente de Facundo Castro.
Me voy a referir hoy al tema sanitario, específicamente el de las vacunas, poniendo de fondo sobre el escenario, algo que no puedo eludir por la gravedad de la repercusión que tendrá: y es la marcha convocada para este 17 de agosto, por Juntos por el Cambio, y fogoneada ferozmente por los principales referentes de la oposición como Elisa Carrió, Patricia Bullrich, por solo citar algunos, que no solo instigan a sus seguidores a salir a la calle a protestar contra la cuarentena, la inseguridad y la reforma judicial, sino que los llevan como reses al matadero, porque eso es a fin de cuentas el lamentable resultado que tendrá esta demencial convocatoria opositora justo en los momentos en que la Argentina transita por el pico más alto de la pandemia y requiere de unidad, comprensión, respeto y acatamiento de las medidas sanitarias que si se prolongan, es por el bien de todos.
Es lamentable que exista ciudadanos albergando tanto odio político, y se ofrezcan como carne de cañón a ensanchar la grieta, y que no sean capaz de medir el daño que pueden hacerse ellos y a sus propias familias asistiendo a este tipo de manifestaciones masivas, donde por mucho tapaboca y distancia que quieran tomar, igual correrán un alto riesgo de contagiarse.
Pero el epicentro de las polémicas, no es solo la extensión del aislamiento que ya los propios trasgresores le quitaron el nombre de ‘cuarentena’, sino está el tema de las vacunas que impacta en el ámbito científico y de la sociedad en general.
Siempre se dijo que encontrar una vacuna era la única solución posible para frenar la pandemia que sigue cobrando miles de vidas en todo el mundo, y que en la Argentina apagó la de más de 5 mil 600 personas. También sabíamos que la comunidad científica a nivel mundial había emprendido una carrera, a todo tren, buscando producir la dichosa vacuna.
Ahora, el presidente de la nación anunció que tenemos acceso a la vacuna creada por el laboratorio anglo sueco Astrazeneca en coordinación con la universidad de Oxford, y lo más importante, que será fabricada en un prestigioso laboratorio argentino, el Mabxince, para que produzca los principios activos y pueda ser envasada en Méjico de donde serán entregadas en el primer semestre de 2021, a toda Latinoamérica, excepto a Brasil.
El laboratorio Mabxience, para noviembre tendrá resuelta la transferencia tecnológica de 250 millones de dosis en su primea etapa, y luego 20 y 40 millones por mes, cuando se sistematice la producción.
Pero resulta que lejos de alegrarse y manifestar orgullo, los negadores seriales anti vacunas, no se reservan su escepticismo –porque todo el mundo es libre de creer o no en las vacunas,- pero el despropósito está en que propalan por las redes sociales infundadas opiniones en contra de la efectividad de lo que la ciencia ha logrado, sin ser los que hablan, entendidos en ciencia alguna.
Como diría Juan Manuel Giménez, un médico andaluz que sorprende con sus reflexiones: “estas personas son “una mezcla infernal de anti vacunas y conspiranoicos delirantes”.
Porque hay de todo, incluso los que afirman demencialmente, ‘que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, que esto es igual que una gripe, que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que no es tóxico, (cuando ya nos cobró la vida de un niño de 5 años); o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo, cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, cosas que darían risa, si no fuera tan desgarradora la realidad de la pandemia.
Mientras estas lamentables expresiones viajan por el ciberespacio; en la Argentina se realizan también las pruebas con la vacuna contra el Covid, siguiendo estudios comenzados en el laboratorio Pfizer junto a Biontech donde ya se pudo reclutar a más de 2 mil voluntarios, de alrededor de 4 mil hombres y mujeres entre 18 hasta 50 años, sin enfermedades preexistentes, que participarán en la prueba de la fase III de esta vacuna, en la que recibirán dos dosis para medir la respuesta de los anticuerpos .
Quiero cerrar este comentario aludiendo a la carta abierta del médico malagueño que les recuerda a los anti vacunas, que “gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan’.
Pero da bronca que después de 300 años de éxitos haya que soportar el despropósito y que el analfabeto en cuestiones de ciencia, opine sobre el coronavirus en igualdad de altavoces, que el más docto catedrático de virología, y quieran echar a rodar por tierra tanto esfuerzo de una comunidad que ha visto morir médicos y enfermeras y ha arrancado pestañas a decenas de científicos buscando a todo galope la bendita vacuna.




