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Opinión

LA CUARENTENA

Por Luisa Lane.

Cada quince días el presidente de la nación anuncia al gran pueblo argentino, -salud- que el aislamiento social y obligatorio se prolonga por quince días más. Ya sabemos, en forma oficial, que no menos que hasta la primera semana de junio se prolongará la vida casera. Mientras gran parte de la población cumple a rajatabla con el pedido presidencial siempre existen minorías que todavía no entienden las consecuencias del virus. Creen ser muy vivos y divertidos, pero esas pioladas originan malestar a ellos, para los suyos y para la sociedad que no logra aplanar la curva.

Porque a pesar de los gráficos del gobierno, observemos que hace un mes los casos eran decenas, hace 10 días casi cien y hoy no bajamos de la centuria y media. Y en el correr de los días avanzaremos a la segunda centuria, tercera, cuarta y demás.

Pero si esto sucede no es por el mal trabajo del gobierno o la comprensión de las mayorías. La culpa exclusiva es del estúpido. ¿Y quien es este? Le cuento: estúpido son los 35 humanos que se reunieron en Berazategui para jugar al bingo, uno estaba enfermo, imagine las consecuencias. Estúpido es el médico que junto a sus amigos en la Matanza se reunieron a cenar, eran siete y uno estaba enfermo. También cabe este adjetivo para esos del pueblito neuquino que para que el cumpleaños no se postergue armaron un asado, el postre dos muertos. También lo fue la pediatra en el Chaco que sabía que provenía de un lugar peligroso, no hizo cuarentena y compartió el mate. Chaco, gracias a la médica, es uno de los lugares en la Argentina con más enfermos.

En este plano podemos considerar al que vino de Brasil con la tabla de surf en el techo del auto, al que vino de Estados Unidos fue a un cumpleaños en Moreno y enfermó a veinte amigos, incluso matando al abuelo y así otros casos que han pasado y permiten que el virus se radique en el país.

No es fácil la cuarentena. Se pierde trabajo, plata, ánimo, pero es la mejor vacuna hasta que se descubra la certera. La clase baja obedece, la clase media insulta, se queja pero hay un sector que cumple. El resto se divide en los que le importa nada y son noticia y aquellos que pertenecen al poder real.

Estos no entienden razones. Presionan al gobierno para liberar y liberar. Envían documentos para que estúpidos como Macri y Vargas Llosa firmen y acusen de totalitarios a los integrantes del gobierno. Pero aclaremos, que el ex presidente es parte responsable del daño al sistema sanitario. No olvidemos que degradó al ministerio de salud, que escondió vacunas y ambulancias y que le importa poco que el obrero muera. Pretenden que su gente concurra a sus fábricas y seguir ganado fortunas a cambio de bajos salarios y muertes obreras. Pero alguien que les diga que si se enferma un trabajador, el contagio se expande y se cierra la fábrica.

Todavía Alberto Fernández no logra convencer a los dueños del país que sin salud no existe la economía. Les duele mas no ganar como en otras épocas que enfermarse. El poder real donando el uno por ciento de sus fortunas soluciona gran parte del problema y achican la curva.

Esta gente quiere facturar, ganar y pretender que el virus no llegue a ellos. El virus es democrático y si no pregúntele al ministro inglés o al presidente del Banco Santander de Portugal. No a este mejor no, ya murió.

Las mayorías comprenden al presidente y saben que la salud es primordial. Para cobrar la jubilación o para poder ir a trabajar hay que estar vivos. Los ignorantes de clase alta, dueños de fortunas y escasos de conocimientos, creen que el poder los hace impune a todos, incluso ante las enfermedades. Por suerte, las mayorías sin poder económico son más sabias que una minoría reaccionaria y bruta.

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