JUAN DIEGO INCARDONA: La otra cara del conurbano estigmatizado.

Por Rodrigo Marcogliese –
Oriundo de la localidad de Villa Celina, en el conurbano bonaerense, Juan Diego Incardona es autor de varios libros de atractiva lectura. Hoy llega a Comunas para argumentar lo que considera una injusta estigmatización del conurbano bonaerense, y lo hace contraponiendo al imaginario de lugar peligroso y siempre inseguro, que ha sido construido a lo largo del tiempo, la vecindad, el cooperativismo y el valor de la naturaleza , la belleza y la felicidad que otros no aprecian.
¿La estigmatización del conurbano crees que es por maldad o por ignorancia?
Creo que es algo cultural que está instalado desde hace mucho sobre todo en la cultura porteña que es una declaración muy desafortunada del periodista Sirvén, pero uno se pone a leer literatura argentina y va a ver que desde el origen de nuestra tradición, la periferia de Buenos Aires, es decir el conurbano bonaerense de cada tiempo, siempre es el lugar marginal, peligroso , donde te pueden matar o violar, eso pasa desde el Matadero de Echeverría donde justamente el protagonista va hacia las afueras de Buenos Aires donde se va acabando la ciudad, y ahí lo agarra una patota y lo quieren golpear y violar.
Después a lo largo del siglo XIX y el XX eso va aparecer muchas veces y se adelanta en gran medida el famoso drama de la inseguridad donde uno puede ver en los noticieros cada vez sobre el conurbano con un crimen, un secuestro, una violación, un robo a mano armada, cosas que existen y son lamentables, pero pareciera que el conurbano es solamente el lugar donde doce millones de personas están a los tiros en un lugar donde solo reina la maldad y la marginalidad. Así que tanto en la literatura como después en las noticias, el conurbano siempre ha sido estigmatizado.
Nosotros como escritores de las últimas generaciones que provenimos de esa zona, tuvimos la oportunidad de echar luz sobre esto que tiene que ver con valores positivos que muchas veces, en mi caso, son recuerdos entrañables de haber vivido muchos años en Villa Celina en La Matanza donde todavía sigue viviendo mi familia que para mí es un lugar hermoso, donde tuve amigos, y contacto con la naturaleza que en la gran ciudad no está.
Al pedirle una reflexión de que pareciera que cuando hay un problema se mira para el conurbano, el escritor explicó:
“El imaginario popular porteño- aportó -siempre construyó la figura del otro peligroso que lo rodea; primero fue una punta de lanza ,amenazante, el indio que llegaba , secuestraba a las mujeres, pero después dio paso a nuevos personajes peligrosos, los gauchos federales como decíamos en Mataderos, los inmigrantes que llegaban en los barcos, luego los que llegaban en los trenes, los cabecitas negras, muchas veces los identificaban con partidos políticos, fíjate que en El Matadero en Esteban Echeverría, el primer cuento argentino por lo menos así se lo da en las materias escolares, ahí los otros tienen un partido político, son los federales y son bárbaros, luego en el siglo XX ese relato se va a actualizar mucho en los autores más aristocráticos de nuestra literatura que ven en el peronismo es una actualización de aquella barbarie; por eso- puntualizó – los imaginarios a veces son anteriores a la noticia, llevan muchos años, se vienen configurando en este caso en relación al conurbano un lugar del peligro, amenazante para el porteño que siempre lo miró con desconfianza.
“Para mí, en lo personal, es una oportunidad aportar un granito de arena para contar otro tipo de historias que son hermosas, que tienen que ver con la comunidad en el conurbano, una gran historia en relación al cooperativismo de vecinos que se conocen; no es como en la ciudad que nadie conoce a nadie. En un barrio uno conoce a sus vecinos, existe la conversación de una vereda a otra, hay otro ritmo, va bajando ese ritmo a medida que te alejas de la General Paz.
Es cierto que el primer cordón tiene el frenesí de la ciudad, pero metiéndose en el segundo y en el tercero cada vez hay más arboles, se ve el cielo hay otros tiempos y es una vida tal vez más tranquila, y un poco así fue mi infancia en villa Celina.
“Muchas veces la grieta, que en los últimos años se ha visto agudizada por la actualidad política, también hay que tener en cuenta que hay componentes de clase, la famosa frase que se escucha que “Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires”, esa centralización de la gran ciudad, las oportunidades de trabajo, y eso explica también las periferias también en la Gran Córdoba, Gran Rosario, el conurbnao mendocino, ahí se va dando también el movimiento inmigratorio de quienes buscan trabajo y van hacia las grandes ciudades. Pero en esos conurbanos tan estigmatizados donde vive generalmente la clase trabajadora también hay mucha belleza, felicidad, no es un lugar de adjetivos despectivos ni descalificativos. Allí el asfalto convive con el pasto. No hay solamente violencia y robo y el drama de la inseguridad que es cierto que nos aqueja, pero no solo en el conurbano”- contrastó finalmente-.