Opinión

Josep Borrell: Terapias contra el «shock”

Por  Margarita  Pécora B.

Todas las tribunas vienen bien, cuando de llamar  se trata a la unidad  de los países frente a una crisis global “tormentosa”, no solo por causa de  las réplicas que dejó la pandemia del Covid 19, sino también por el conflicto bélico entre  Rusia y Ucrania, al que le cargan  todas las culpas, cuando en el paquete detonador de la crisis mundial, hay  fenómenos de toda naturaleza.

Pero  el Alto  representante  para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell  antepuso la guerra ruso ucraniana a la pesadilla económica que enfrenta no solo Europa, sino también  el continente latinoamericano que  mantenía  estables relaciones  económico-comerciales con el “primer mundo”, y de buenas a primeras se  fueron al piso.

Al dirigirse a los cancilleres que asisten a la  reunión Ministerial de la  Comisión de Estados  latinoamericanos y caribeños , y buscando relanzar la relación de la Unión Europea con los países de este hemisferio occidental, Borrell  catalogó los  momentos de “ turbulentos” , ante una geopolítica mundial gravemente alterada por la guerra de Rusia contra Ucrania”.  Utilizó el conflicto como el “momento apropiado”  para relanzar, más que nunca, la relación entre la América Latina y el Caribe, y la Unión Europea.

Desde  luego que no hacía falta que hubiera un enfrentamiento militar entre dos naciones, para que la UE  hiciera lo que  tal vez con visión anticipada, comenzaron los chinos y los rusos, acercándoles a los países latinoamericanos  proyectos  financieros y de intercambio comercial, para que combatan la desigualdad, la  pobreza y prosperen económicamente.

Pero de todos modos, por tardío que resulte,  se agradece el gesto de los europeos. De ahí que se entienda lo que dijo el funcionario  sobre su presencia aquí en este evento: “tiene el objetivo de asegurarles que, para la Unión Europea, relanzar y renovar esta relación es una tarea presupuestaria, prioritaria y que por eso esta reunión de la CEPAL, y de la mano de Argentina: la primera reunión ministerial entre la CELAC y la Unión Europea desde 2018.

Ya ven, han pasado  cinco años  en el olvido.

En su exposición  sobre el impacto de la guerra en Ucrania  Borrell estima que “la agresión de Rusia a Ucrania ha generado crisis, cuyas consecuencias prácticas sufrimos todos, primero y antes que nadie en los propios ucranianos, después sus vecinos inmediatos, pero todo el mundo sufre las consecuencias de aumentos en los precios de los alimentos, de la energía, lo que está provocando nuevo impulso inflacionista y este a su vez respuesta a los bancos centrales con subida de los tipos de interés que van a limitar el crecimiento y plantear nuevas crisis de la deuda. Todo esto se viene a añadir a los problemas que ya teníamos antes, en particular la creciente desigualdad y los efectos del cambio climático.”

Según Borrell,” Antes de la guerra, Europa importaba el 40% de su gas de un solo suministrador: Rusia. Más cercano y aparentemente más barato. Hemos conseguido rebajar esa dependencia del 40% al 7%. Pero eso nos obliga a buscar otros suministradores, a reforzar nuestra apuesta por una energía descarbonada. Y eso es lo que vemos en América Latina, un ejemplo a seguir porque ustedes, en el 2020 obtuvieron casi 1/4 parte de su consumo final bruto de energía de fuentes renovables. Por encima del nuestro que apenas supera el 20%. Y varios países de esta región tienen ya matrices energéticas que son mayoritaria o totalmente renovables. América Latina es una potencia mundial en biodiversidad, en energía renovable, en producción agrícola y en materias primas estratégicas”.

¡Formidable descubrimiento   europeo!

Por otro lado,  nunca se había  endilgado tanto desastre mundial,   a un conflicto bélico como el de Rusia con Ucrania. Nunca  había  tenido tanta prensa   una  guerra  ni un presidente como Zelensky  recorriendo  canales y pidiendo  plata y  armas a sansón melena. ¡Ni siquiera  se ha hablado tanto  de las   de EE.UU!

Sin ir  muy atrás en el tiempo, sólo  quiero recordar que Estados Unidos y sus aliados  han  participado en guerras  devastadoras,  tanto o más  que la de Ucrania: Por ejemplo  la  Guerra del Golfo (1990-1991). En enero de 1991 Estados Unidos y sus aliados lanzaron la Operación Tormenta del Desierto, un asalto terrestre para liberar Kuwait, ocupado el año anterior por las fuerzas iraquíes. ¿Cuántos sirvieron? 2.322.000, y se registraron 1.948 muertes y 467 heridos.

La Guerra de Iraq (2003-2011). Saddam Hussein aún gobernaba Iraq al momento de la invasión estadounidense de 2003, que llevó a un largo conflicto primero contra los soldados leales a Hussein y luego contra numerosas facciones insurgentes. Durante la guerra murieron 4.431 soldados estadounidenses.

La Guerra de Afganistán (2001-2021). Estados Unidos y sus aliados iniciaron la Operación Libertad Duradera el 7 de octubre de 2001 con el objetivo de derrocar a los talibanes, que se creía estaban protegiendo a miembros del grupo terrorista al Qaeda. El país se retiró de Afganistán el 30 de agosto de 2021, 19 años y 10 meses después. Murieron 2.442 soldados estadounidenses

Para muestra, un botón.

De todos modos, estamos de acuerdo en  lo que propone  el alto representante de la UE, para ver de qué manera  podemos trabajar juntos para hacer frente a esta nueva situación, de qué manera tenemos que reaccionar frente a este shock, sabiendo que no es solo un shock temporal y transitorio, sino que va a cambiar muchas cosas en el mundo durante un periodo de tiempo largo.

Borrell  expone como  un desafío el  ver cómo adaptarnos a un nuevo escenario geopolítico y geoeconómico,  y realmente  lo es, también,  “cómo podemos aumentar la capacidad de nuestras economías y sociedades, su resiliencia, huyendo de mercados cautivos, buscando socios confiables para poder diversificar nuestra acción.

“Cómo hacer más fuertes nuestras cadenas globales de valor – que quizá eran demasiado largas – cómo podemos comprometernos más con estándares sociales y medioambientales más avanzados, cómo podemos crear confianza, porque sin confianza no hay inversión. El capital productivo huye de la incertidumbre, y el capital financiero todavía más”.

De total acuerdo. Y bienvenida la atención que  la Unión Europea le concede  ahora a América Latina,  para mi gusto, demasiado tiempo olvidada.

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