
El punto de vista del filósofo y docente José Pablo Feinmann, acerca del triunfo de la derecha ratificado en Uruguay sobre el mapa geopolítico de la región, condicionan su percepción de que “hay un cerco en torno al “albertismo”, -como identifica al gobierno de Alberto Fernández- que “asumirá en un momento difícil, va a estar muy solo y va a tener que tomar determinaciones en contra de la mayoría de los países latinoamericanos” -vaticinó Feinmann, aunque señaló que algo aún puede cambiar en determinados países-.
“Hay un cerco al albertismo”-arrancó afirmando el intelectual argentino. “Realmente en muy mal momento le toca a Alberto asumir y no queda otra, más que desenvolverse políticamente. Hay que esperar un poco ver qué pasa en Chile todavía”- sugirió Feinmann.
¿Cómo se hace un Mercosur con esta gente?
No va a haber Mercosur -opinó- seguramente ellos van a crear algo de acuerdo a sus intereses y en acuerdo con Estados Unidos que va a manejar eso, y vaya a saber qué es lo que sale, una especie de OEA sumisa que haga los intereses del imperio en América Latina, pero no la idea de un Mercosur que mantuviera los intereses geopolíticos del continente.
O sea estamos aplicando la doctrina Monroe cien por ciento…
Sí, la aplican ellos y acá, como hay muchísimos grupos y la derecha se construye mirando y siguiendo a EE.UU, sobre todo en momentos en que está un hombre como Trump al frente de la presidencia, es un seguidismo a lo que va a dictar el Departamento de Estado para los próximos años, de modo que vamos a tener que en el plano internacional geopolítico, el gobierno de Alberto y Cristina va a estar muy solo y va a tener que tomar determinaciones en contra de la mayoría de los países latinoamericanos. Esperemos que algunas cosas cambien, no sé qué pasará todavía en Ecuador, no sé si Bolsonaro se va a mantener bien, pero es preocupante realmente, como para decir que no nos dejan respirar un solo momento.
Creo que la única esperanza puede ser el cambio de gobierno en EE.UU.
Indudablemente, uno escucha hablar a Sanders y da ganas de darle una brazo pero es una figura casi utópica porque habla como si fuera Chomsky, como un hombre de izquierda, muy inteligente y no sé si eso lo va a deglutir el electorado norteamericano, y si el establishment norteamericano lo va a respaldar, si la democracia va a dar para tanto como para llevar a un abierto político de izquierda a la presidencia.
Un Jimmy Carter, por ejemplo…
Es mucho pedir, Jimmy Carter hizo mucho por la Argentina, -recordó-, paró gran parte de la matanza aquí porque él tomó cartas en el asunto, pero los yanquis de Jimmy Carter no lo quieren nada y duró un solo período y eligen a Reagan como presidente.
Para los intereses norteamericanos fue mejor Reagan que Carter.
Depende qué intereses veamos, porque los intereses bélicos imperiales serán beneficiosos para EE.UU pero también les cuesta muchas vidas. Cuántos yanquis mueren en países extraños junto a guerreros extraños también en guerras meramente de protección preventiva. Es un disparate que manden a morir a sus “child soldiers” (soldados niños) que son terribles, y cuántos han muerto en Iraq, en Siria, en el desastre que han hecho en Medio Oriente y que se han tenido que retirar porque han perdido la guerra contra el terror: perdieron Corea, Vietnam, Iraq.
En fin, -sintetizó Feinmann-, tendrían que recluirse un poco sobre sí mismos y dejar que el mundo se rija por sus propios intereses, y no intentar manejarlo para defenderse de él, porque EE.UU. -advirtió-, es un estado paranoico que cree que todos están contra él, entonces quiere dominar a todo el mundo para defenderse del mundo. Y es una tarea muy titánica y cuesta sobre todo muchas vidas no solo de los países que invade sino de sus propios soldados.
Hace pocos días Elliot Abrams justificaba el golpe a Bolivia y también quiere una intervención en Venezuela “para proteger los valores norteamericanos” ¿será a la “bolsa de Valores”?
Sí, por supuesto. Es una consigna como acá también Videla decía que luchaba por el occidente cristiano y por el estilo de vida argentino. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano que se llama “El estilo de vida argentino”, en el cual cuenta que vio ese estilo cuando el general Roca llegó a su estancia, descabalgó y se le acercó caminando con majestuosidad. Ese era el estilo de vida argentino… -deslizó Feinmann-, así que hay muy pocos que lo podemos emular.
Solamente la oligarquía vive bien acá…
La oligarquía, vivió, gobernó y tuvo algunos momentos opacos en que le ocuparon la casa, -graficó Feinmann-, digamos, que esto es lo que nunca quiere la oligarquía. Tomo el texto de Cortázar “Casa tomada” como herramienta para comprender la historia argentina. Siempre se trata para la oligarquía de no permitir que le tomen la casa, y eso lo puso en peligro la inmigración al principio del irigoyenismo después, pero en gran peligro lo puso el primer peronismo -señaló Feinmann-. Ahí realmente la pasaron mal, estuvieron muy preocupados hasta que, le armaron un golpe como el del ’55 frente al cual Perón hizo la gran Evo Morales, digamos.
Prefirió el tiempo a la sangre…
Y eso nunca se sabe bien por qué. El tiempo corrió y mucho -señaló el filósofo-, fijate que cuando vuelve Perón ya está viejo, enfermo y hasta te diría que bastante mal. Venía a hacer la tarea sucia de los militares casi, a terminar con el ala izquierda de su movimiento.
Lo que pasa que Perón vino para establecer la fórmula Perón Balbín que Raúl Alfonsín dinamita en una asamblea radical, y después fue un desastre…
Sí, fue un desastre, la fórmula Perón Balbín hubiera funcionado, pero para que Balbín también estaba muy apoyado por la izquierda peronista que en ese momento estaba hegemonizada por Montoneros que decían que habían dejado la lucha armada, pero que poco después van a matar a Rucci en un acto demencial de nuestra historia que causó mucho dolor porque lo volvió loco a Perón contra la izquierda peronista, y fijate que ese Perón que tenía a Rucci en el sindicalismo y a Ber Gelbard en Ministerio de Economía, prometía mucho. Ese país hubiera sido posible, quizás, pero la conducción de Mario Firmenich era nefasta -señaló Feinmann-.
Después en el año ’79, van todos al muere…
En una operación que fue un delirio, -agregó-, pareciera que ellos no supieran lo que pasaba aquí, que había una matanza impiadosa, las fuerzas populares se recluían, los intelectual huían, los militantes se escondían o iban a exilio y ellos mandan una contraofensiva -sintetizó-.