IDIOTA, MAMERTO Y TIBIO

Por Gabriel Princip.
“El idiota, el mamerto y el tibio” podría ser la denominación de un grupo rapero o de cumbia villera. Sin embargo, es el adjetivo con que se conoce a los peores presidentes que tuvo la Argentina desde 1983.
El idiota es, como todo sabemos, Fernando De la Duda. Alguien que en dos años hizo añicos un país. En los confines del siglo 20 los medios lo satirizaban como el hombre que chocó la calesita. Parte es cierto y un segmento no es tan así.
Don Fernando fue fiel al sistema y por supuesto a los bancos. Contrató a un agente de la Corporación Trilateral, Domingo F. Cavallo, para que la economía cayera en bancarrota, el dúo Bonelli- Silvestre tranquilizaran a la población desde la pantalla del 13 con un “tranquilos no pasa nada”, mientras una docena de camiones blindados llevaban toneladas de dólares a Ezeiza y de ahí al exterior. El idiota fue el autor del mega canje, la mayor estafa financiera hasta la llegada de Macri al poder.
Obviamente todos se llevaron su parte, el idiota también y finalizó su mandato a toda orquesta con un corralito para que tiempo después Duhalde completara la obra con una devaluación asimétrica.
Idiota, generosa fue la historia porque en el barrio le decimos chorro, delincuente, y demás sinónimos.
El mamerto ya sabemos quien es. El que más rédito le sacó a la Argentina. Hundió al país con un préstamo de 44 mil millones de dólares y una comisión para su persona del dos por ciento. Hoy un 40 por ciento de idiotas lo votarían.
No solo realizó esa deuda, sino que fue cadete de la embajada, generó otra deuda a 100 años y no quedó nada en pie. Eso si el y su banda hicieron en cuatro años la fortuna que jamás hubieran soñado. Aparte de arruinar a jóvenes y viejos le queda margen para volver en el 23. El FMI agradecido.
En los libros de historia figurara como un presidente regular que dicen algunos que robó, pero nunca fue preso. Cristina, que jamás pidió un préstamo, ni cobró comisión alguna puede figurar en algunos libros de historia como la chorra, la procesada y la yegua. Y parte de esta historia se la debemos al tibio.
Este es el actual presidente. El que no pidió deuda, que acordó con el hambre del pueblo y que sin voto alguno llegó a la presidencia para que Cristina no vuelva nunca. Este es Alverso. El amigo de la derecha, de los que detuvieron a Milagro, el Fidel Pintos del siglo 21, un habitante de la chantocracia actual.
Tibio se lo califica. Vamos al barrio y ahí lo llamamos traidor. El que se jactó por no indultar, no reformar la constitución, no investigar la deuda, abonarle a Clarín 1000 millones semestrales y llamar a Magneto, por su nombre de pila. El mejor amigo de Larreta y Morales y enemigo del peronismo. La historia quizás tome el calificativo que la gente utiliza en el día a día, tibio. Pero todos sabemos que no lo es, es simplemente un traidor.
Entonces si leemos un idiota, un mamerto y un tibio observamos los apelativos de aquellos que hicieron de un país una colonia, ¿No le parece?




