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Opinión

HOMENAJE NO, HONRARLOS

Por Carlos Galli.

El domingo pasado 27 de junio, hace tan solo dos días, en el Centro Cultural Kirchner, el Gobierno «rindió» homenaje a los fallecidos, por este maligno y letal virus.

Presidente. Usted, los gobernadores y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, algunos funcionarios más, tendrían que HONRAR a los muertos, NO homenajearlos, que no es lo mismo, es parecido. La Biblia, dice HONRAR, no dice rendirles homenaje.

Pregunto, ¿no le pareció oportuno, invitar al menos a un familiar? ¿O tuvo vergüenza o miedo de mirarlos fijamente a los ojos?

Una vez más, la vicepresidenta lo dejó solo. El Dr. Carlos Zannini, brilló por su ausencia. Máximo, el heredero, pegó el faltazo.

Sergio Massa, se «aisló». El Ministro de Economía, ya vacunado con las dosis y su gabinete, también inoculados, ¿no fueron invitados? La Doctora Carla Vizzotti, ministra de salud, tampoco estuvo presente.

Me quedan decenas de ausencias. Sería muy extensa la lista.

Presidente, no lo escuché pedir perdón, o al menos, disculpas a los familiares de los fallecidos, que lloran, que sufren la angustia de un ser amado que ha partido. Que no pueden llenar el vacío que han dejado, imposible de llenar. Lugares en los hogares, que han quedado vacíos, y voces que para siempre serán silencios.

Presidente Alberto Fernández su oratoria fue tibia, aunque la verdad no me sorprende, siempre la misma tibieza, aunque en esta oportunidad no retó a nadie y su dedo índice acusador no lo usó. Usted expresó que prefería un diez por ciento más de pobres, que tener cien mil muertos. No pudo, Presidente. Hay más pobres, y hay más de noventa mil muertos y se va a superar esa macabra cifra que usted, como si fuera una dramática profecía, expresó hace varios meses.

Fue un domingo gélido, lluvioso, gris y exageradamente triste. Usted Presidente, con un estudiado «homenaje», hizo más angustiante este día domingo 27 de junio. Nos dejó un almuerzo, dónde se derramaron lágrimas de tristeza, pero también de impotencia e indignación. A millones se nos hizo un nudo en la garganta y las pastas domingueras fueron a la basura, porque en mi casa mi esposa, mi hijo y yo, no pudimos disfrutar de un almuerzo familiar. Usted lo arruinó, Presidente.

Su discurso, no convenció ni a propios ni extraños. Una puesta en escena, con un impresentable guion. Sus palabras, deberían haber salido del corazón, y no leídas en un frío papel de escritorio.

Presidente, más de noventa mil almas han partido para siempre. Estarán en el corazón de todos los bien nacidos. Y los que creemos en DIOS, rogamos para que los haya recibido en su Santa Gloria.

En cuanto a usted Presidente, tal vez este en su conciencia, y solo usted sabe si hizo todo lo posible y lo imposible, para que aquellos que ya no están más entre nosotros, pudieran haber sido vacunados. Solo su conciencia y usted lo saben. Aunque no puedo dejar de decir, que los amigos del poder tuvieron privilegios.

Para su «consuelo» Presidente, el dueño de la vida y de la muerte es DIOS. Y para los que en Él creemos y confiamos, nos prometió la VIDA ETERNA, pero para ello, debemos arrepentirnos de corazón.

DIOS quiera alcanzarle a usted Presidente ese arrepentimiento, de lo contrario, DIOS se lo va a demandar, aunque la Patria no lo haga.

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