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Hipócritas

 

Por Kurt Winkels

En una de sus tantas homilías el Papa Francisco dijo: “No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual pero no religioso. No es necesario ir a la iglesia y dar dinero. Para muchos la naturaleza puede ser una iglesia. Algunas de las mejores personas en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre”.

Analizando la frase de Francisco y observando la militancia política podemos recordar la imagen de Elisa Carrió y una gran cruz en su cuello siempre hablando bien de Bergoglio hasta que este optó por un discurso a favor de las mayorías y en lógica oposición al de la rubia diputada. Recorriendo virtualmente a la derecha no vamos a obtener un solo adjetivo favorable a la figura del Papa, en cambio estos mismos señores habitan las más diversas iglesias todas las mañanas domingueras.

Mientras que Cristina Fernández se reunió con el Papa seis veces en dos años, el actual presidente lo hizo en dos oportunidades y con pocas sonrisas en cortas reuniones. Sin embargo la presa política Milagro Sala, Hebe de Bonafini, casi todo el arco peronista estuvieron en el Vaticano. Ninguno de ellos se lo puede mencionar como ferviente católico. También algunas figuras de Cambiemos, las menos, fueron recibidas por el clérigo.

Francisco es jesuita, no es el típico cura liberal, es esa la razón que el liberalismo no alcanza a comprender. Un sacerdote peronista, primo del coronel Cogorno fusilado en José León Suarez en 1956, no destaca su sonrisa por recibir a aquellos dueños del dinero e inquilinos del capitalismo salvaje.

“No sirve mucho la riqueza en los bolsillos cuando hay pobreza en el corazón”, afirmó Francisco. Quienes gobiernan el país están muy cerca del protagonismo de esta frase y saben bien que no le  son simpáticos al jefe de estado clerical.

La administración Macri se caracteriza por llevar adelante una verdadera revolución a favor de las minorías con exclusión de las mayorías. Utilizando un discurso  neocolonialista, carente de contenido y en extremo falaz. Las herramientas más poderosas que tiene a mano son las cibernéticas. Un tuit, una declaración en facebook y un montaje fotográfico son las armas letales del amarillo gobierno para permanecer en el gobierno derrotando cualquier clase de discurso nacional, popular y democrático.

Las miserias humanas transmitidas en Instagram, twitter y cualquier plataforma ordenan una población azorada. El pueblo todo no comprende como dejó de ser el protagonista de la actualidad para transformarse en simples extras de una realidad estremecedora.

Francisco, en su contacto popular, deja establecido quien es y para que está en la tierra. Nada tiene que ver su discurso con el pensamiento macrista. En abril del 2015 el Papa dijo: “Hasta que no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de la sociedad”.

Pareciera haber escuchado esta declaración el presidente para hacer exactamente lo contrario. Hasta el 2019 no existe ninguna posibilidad que el Papa salga satisfecho con esta administración ya que la riqueza se sigue concentrando en la oligarquía y en las corporaciones supranacionales.

No es sorpresa para Francisco este modelo ni tampoco quienes lo llevan a cabo. Ya en la campaña se vislumbraba la realidad de hoy y Francisco en más de una ocasión, en forma indirecta hacía referencia a los candidatos. Alguna vez tildó de mentiroso a uno de los participantes en la contienda electoral pero sin hacer nombres propios. También supo decir “cuidado con los hipócritas que se disfrazan de buenos”. Francisco previno, hoy el neocolonialismo sigue su marcha rumbo a la entrega total del país a las corporaciones y de paso exige reuniones en el Vaticano solo para la foto pues Macri es incapaz de hacer caso al mensaje papal. Y por más que se reúna una y mil veces con Francisco, llevará un rosario, irá a Misa pero la cruz la seguirá llevando el pueblo, el gran excluido de su gobierno.

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