Opinión

HAY VEREDICTO. CRISTINA CULPABLE POR NO HABERSE DEJADO MATAR

Por Dany Wilde.

El magnicidio no se produjo, pero se intentó. Un ciudadano argentino-brasilero de características neonazis y simpatizante de Javier Milei, falló en su intento de asesinar a la Vicepresidenta Cristina Fernández. A partir de allí conmoción general. Los adeptos a Cristina más aquellos que razonan, se movilizaron en forma inmediata. La derecha emitió algunos comunicados, menos Bullrich, Carrió y Milei y luego utilizaron los medios de comunicación para dejar constancia que el atentado fue armado.

Lo único cierto hasta ahora es que un hombre se acercó a la vicepresidenta con una Bersa 380 disparó y la bala no salió. A partir de allí un sinnúmero de adjetivos y verbos que no se pueden probar.

Solo se vio escasa seguridad, menos solidaridad por parte de la CGT y la derecha vieja y conservadora y un feriado que motivó la única salida en cadena del futuro ex presidente.

Cristina no se victimizó. Aquellos que le sacaron el cuerpo porque manifestaron que es un miembro del poder, se expusieron como miserables e ignorantes. Cristina tiene un cargo pero no tiene poder. Si lo tuviera no sería acosada por el Poder Judicial o cualquier boletín barrial del grupo Magnetto.

Existió el atentado. Actuaron en forma unicelular entre tres y cinco personas. La Federal no estuvo a la altura de las circunstancias lo que motivó la renuncia- no aceptada por parte de Aníbal Fernández. Todo lo dicho fue probado. Ahora bien, hay que entender el porqué.

Gracias al fiscal Luciani las encuestas comenzaron a favorecer a la vicepresidenta. El poder entiende que debe ir presa o desaparecer de la faz de la tierra porque es la única dirigente que no es garantía para los pingues negociados del círculo rojo. Por eso el atentado existió, pero falló.

El 22 de noviembre de 1963 Lee Harvey Oswald asesinó a JFK. Al menos fue la versión oficial. Para esos tiempos el presidente quería terminar con la guerra de Vietnam, algo que no convenía a las corporaciones. La derecha yanqui no lo podía permitir. Oswald fue asesinado dos días después por Jack Ruby, este conectado a la mafia con los hermanos Campissi y en 1947 testigo, por pedido de Nixon ante el Comité de Actividades anti estadounidenses presidido por el senador Mc Carthy. Ruby era investigado por el FBI, pero Nixon siempre lo salvó. Ruby murió cuatro años más tarde. El caso JFK se investigó. Fidel Castro no fue, la mafia tampoco, Oswald un perejil y cuando solo quedaba apuntar a los dueños del poder, la causa fue cerrada. Se reabrirá en el 2032.

Con CFK puede pasar lo mismo. Seguirán averiguando, peritando y quizás vaya presa por no haberse dejado matar. El juicio por la obra pública también sigue. Un caso cerrado que se reabrió y donde no hay pruebas contundentes según afirmara el ex candidato Pro Miguel Pichetto. Pero sin pruebas seguro que la vicepresidenta puede quedar detenida por llamarse Cristina o por no haber muerte en el atentado.

Este es el nivel de la justicia. Un magnicidio es puesto en duda por legisladores sin la secundaria hecha o periodistas pagos para mentir. Lo único cierto es que no puede ser presidenta en el 2023. De ser así se acaba el negocio del litio para las corporaciones y las relaciones carnales con el Tío Sam. Por eso debe quedar presa por lo que sea. ¿No le parece?

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