
En su último discurso, por virtual cadena nacional, el presidente Macri pronunció una serie de conceptos tan vacíos como falaces.
Siempre repite que entró a la política para decir la verdad, para trabajar y para que a cada argentino le vaya mejor. Toda una serie de mentiras que en este último mensaje lo rubricó con la frase dirigida a la oposición, “hay que alejarse de la demagogia y la mentira”, espetó sin ponerse colorado.
Cuando habla de pobreza cero certifica la demagogia y la mentira; cuando dice que el país está creciendo también es falaz, lo mismo cuando menciona al mejor equipo de los últimos 50 años, que los jubilados van a estar mejor, que las reservas crecen, que los trabajadores no pagarán ganancias, que la herencia recibida dejó un desastre fiscal, que todo k es corrupto, que el FMI es el único camino correcto, que Luis Caputo es el mejor ministro, que Vidal es la mejor gobernadora, que la obra pública y la deuda externa nos hará crecer y así cientos de frases pronunciadas por este presidente encerradas en el círculo de la demagogia y la mentira. Todo es mentira porque es la única forma de poder gobernar una población mientras es saqueada en forma continua.
La idea conservadora jamás benefició a las mayorías. Fundamenta este concepto la década infame, la revolución fusiladora, las dictaduras, el alfonsinato, el menemato y hoy el macrismo. Utilizando políticas foráneas, con deuda continua, represión, ajuste y coptando el poder judicial y los medios de comunicación es imposible que el país crezca con soberanía política, justicia social e independencia económica. Entonces si el modelo es igual al preperonismo, la libertadora y el proceso, y han fracasado, porque ahora tendrá éxito?. La pregunta es porqué utilizando el mismo método se obtendrá un resultado diferente?.
Mauricio, que es Macri, asumió con un país funcionando. El día anterior más de 700 mil almas en la Plaza de Mayo despedían a Cristina Fernández. Macri jamás pudo llenar un mini-estadio barrial y desde el primer día se dirigió a la población a través de los medios dominantes utilizando la demagogia y la mentira. Y fracasó. Hoy su público lo está abandonando, sus amigos seudo inversores determinaron que el tiempo para hacer negocios en nuestro país ha fenecido. La banca internacional no le atiende el teléfono, solo le queda un amigo, un hermano, el FMI. Mauricio confía ciegamente en este hermano y más cuando se presentó y le dijo: “yo me llamo Caín”.




