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HABEMUS PAPAM:  Es Robert Francis Prevost el nuevo Papa y sucesor de Jorge Mario Bergoglio.

 

 

Robert Francis Prevost nació en la ciudad estadounidense de Chicago, Illinois, pero vivió más de 18 años en Perú. Llegó al país sudamericano en una misión agustiniana en 1985, tan solo tres años después de ordenarse sacerdote, y regresó en 1988 para dirigir el seminario agustiniano de la ciudad norteña de Trujillo durante diez años.

El 3 de noviembre de 2014 Francisco lo había nombrado administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, y posteriormente, en 2015, obispo.

Por sus años de trabajo en el país sudamericano obtuvo la nacionalidad peruana en 2015, según informó el registro nacional de identidad (Reniec). Se nacionalizó peruano para cumplir uno de los concordatos entre la Santa Sede y Perú.

También formó parte de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) entre 2018 y 2023, de la que fue vicepresidente segundo, y fue administrador apostólico del Callao, la provincia portuaria anexa a Lima, entre 2020 y 2021.

Este jueves 8 de mayo de 2025 Prevost llega al trono de San Pedro con una inclinación pastoral, perspectiva global y capacidad para gobernar la curia vaticana. Su reputación de moderado y de constructor de puentes será además crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras. La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma. Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que todavía quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», expresó el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

León XIV, el nombre que eligió el nuevo papa y qué significa

Robert Prevost, el nuevo papa elegido este jueves por los 133 cardenales que participaron del Cónclave, eligió el nombre León XIV.

Prevost tomó su nombre de León XIII -al frente del Vaticano entre 1878 y 1903-, un papa muy reconocido por su encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas), que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras.

En Rerum novarum, León XIII remarcaba la importancia de respetar los derechos y deberes de los trabajadores y los empleadores y destacaba el papel fundamental de la familia en la sociedad.

La encíclica condenaba la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica.

Se mostraba a favor de que la Iglesia entienda en cuestiones sociales y de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado en normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales, etc.

También recomendaba organizar partidos propios y uniones de trabajadores bajo principios católicos: «Esta solución habrán de darla los obreros cristianos, si, agrupados en asociaciones y valiéndose de consejeros prudentes, vuelven a entrar por el camino que con gran provecho, particular y público, siguieron antiguamente sus antepasados».

La tradición de cambiar de nombre

La tradición de que los papas cambien sus nombres al comienzo de sus papados surge en los albores mismos del cristianismo. El propio Jesús de Nazaret rebautizó a Simón como Pedro, el fundador de su iglesia y, por lo tanto, primero entre los pontífices venideros.

 

No obstante, el origen de esta costumbre es mucho menos bíblica y bastante posterior en el tiempo, ya que en los primeros siglos de la iglesia los obispos de Roma usaron generalmente sus propios nombres, acompañados a menudo con sus lugares de origen.

Esta costumbre cambió en el año 533, en las ruinas del Imperio Romano, cuando el elegido, Mercurio di Proietto, decidió llamarse Juan II para no llevar la denominación de un dios pagano. Su pontificado duró dos años, hasta el 535, pero a partir de ese momento muchos de sus sucesores decidieron imitarle cambiando sus nombres de pila por el de apóstoles, mártires y otros jerarcas del cristianismo.

Con el paso del tiempo, esta práctica de la elección del nombre ha significado en muchas ocasiones toda una declaración de intenciones.

Por ejemplo, el argentino Jorge Mario Bergoglio sorprendió al estrenar en 2013 el nombre de Francisco en honor al santo de Asís que rechazaba la riqueza y quería cuidar de los pobres. Bergoglio después explicaría que fue el cardenal brasileño Claudio Hummes quien se lo sugirió al poco de ser elegido en el cónclave: «No te olvides de los pobres».

Juan Pablo I (1978), fue el primero en unir dos nombres, recogiendo la herencia de sus dos influyentes predecesores, Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978), encargados de inaugurar y clausurar el revolucionario Concilio Vaticano II (1962-1965). Tras el fugaz reinado del ‘papa de septiembre’, pues gobernó solo durante 33 días, llegó el largo pontificado de Juan Pablo II.

Los nombres más usados

Hasta la fecha, el nombre preferido por los pontífices de la historia ha sido Juan, el ‘discípulo a quien Jesús amaba’, que se repitió en 21 ocasiones.

Le sigue, con 16, el nombre Gregorio, el último el benedictino italiano Bartolomeo Alberto (1831-1846), y el nombre Benedicto, como el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013).

El nombre Clemente, en tanto, se ha repetido en catorce ocasiones, mientras que Inocencio y León se repitieron en trece oportunidades, Pío en doce, Stefano en 9, Bonifacio en 8 y Urbano también en 8.

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