HABÍA UNA VEZ

Por Carlos Galli.
Todos los cuentos comienzan con el clásico: “HABIA UNA VEZ”. Esta no es la excepción.
Había un país maravilloso, al cual le pusieron el granero del mundo. Ese país era la Argentina.
También decían que los mejores días eran Peronistas. Pero un día del mes de septiembre del año 1955, unos mercaderes de la muerte, unos que creyeron ser los salvadores de la Patria, unos «mesiánicos» que se sintieron dioses, cambiaron el destino de la Nación y de su pueblo. Se autoproclamaron ser La Revolución Libertadora. Para el verdadero pueblo fue y es la Revolución Fusiladora. Destituyeron un gobierno democrático para transformarse en una dictadura militar alejada de la masa sudorosa. Apoyados por la oligarquía nativa, por las clases altas de la sociedad y por el clero y los chupa sirios de aquellos días de muerte y plomo.
Había una vez un dictador que fue secuestrado y ejecutado por militantes del campo popular, creyendo que de esta manera todo terminaba.
Vinieron unos años de gobiernos elegidos por el voto popular, y al poco tiempo los uniformados usurpan el poder y derrocan la democracia y el Estado de Derecho. En la sombras, decidían quienes vivían y quienes morían.
Había una vez un tirano, que desde los balcones de la Casa Rosada, expresó que a un tal, Juan Domingo Perón, no le daba el cuero para volver. Resulta que SI le dio el cuero
Al poco tiempo, fue por tercera vez Presidente de la Nación. El 1° de Julio de 1974, pasó a la inmortalidad. Quedó su viuda, María Estela Martínez y un siniestro personaje al que le decían: “El brujo”. Creó la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Se encargó de perseguir y dar muerte de aquellos libres pensadores de izquierda, progresistas y revolucionarios.
Había una vez, que lo milicos volvieron a derrocar a un gobierno democrático, que se caía por su propio peso, pero democrático.
El 24 de marzo del 76, tres delirantes con el apoyo de sectores civiles se transformaron en la dictadura genocida, que inundó de sangre popular y regó todo el territorio nacional. Torturó, flagelo, e hizo desaparecer a miles de héroes y mártires del pueblo puro.
Había una vez, que un borracho uniformado envió a la guerra para recuperar nuestras Malvinas. Más de seiscientos colimbas dejaron la vida por el capricho de un psicópata.
La maldita guerra se perdió, apareció otro milico que no tuvo más remedio que llamar a elecciones generales.
Raúl Alfonsín derrotó a la fórmula Peronista. El mencionado Presidente, con inflación del cinco mil por ciento dejó el poder en manos del menemismo.
Había una vez, que un riojano llamado Carlos Saúl Menem, gana con los votos del Peronismo, pero resultó ser un moderno liberal. Qué SI, defraudó a todos los perucas de buena madera y al Peronismo auténtico.
La historia ustedes ya la conocen.
Pasaron años y apareció un «partido» nuevo, que se llamó y se llama Kirchnerismo. Hoy gobierna con una Coalición que no es ni chicha ni limonada. Apareció una secta, llamada “La Cámpora” encabezada por un muchacho, que es el hijo de la Presidenta del Senado y vice de la República.
Un segundon de la política, es el Presidente de la Nación.
De granero del mundo, a 20 millones de planes sociales que lo gerencian algunos piolas que son los gerentes de la pobreza.
Había una vez un gran país, lástima que nos pasaron y nos pasan tantas injusticias que termino expresando con mucha bronca, si no hay JUSTICIA para el pueblo que no haya paz para el GOBIERNO.
Basta de usar a los pobres, va llegar el día en que los pobres nos vamos a pudrir del forreo de la dirigencia política y tomaremos el poder con los votos del pueblo, el único heredero de Perón, que dijo: «Las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre».
El pueblo tiene la palabra, de las dos únicas maneras que tenemos a elección. Tiempo o sangre. En lo personal prefiero el tiempo, aunque somos la sangre de aquellos compañeros y compañeras que NUNCA será negociada.




