GUILLERMO LÓPEZ: “Fui prisionero de guerra”

Por Gabriel Russo.
Por el Día internacional del Detenido-desaparecido y en razón de aportar a la construcción de la memoria dialogamos con el Dr. Guillermo López, militante que estuvo detenido en 1976 y pasó por 5 centros clandestinos de detención. El recuento, doloroso por cierto, de los detenidos-desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, hace referencia, en primer lugar, a aquellas personas que fueron víctimas del dispositivo del terror estatal, secuestradas, torturadas y, finalmente asesinadas por razones políticas y cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus deudos y, en su gran mayoría, todavía permanecen desaparecidos.
Guillermo era médico a los 37 años cuando fue detenido, y compañero de los que luego fueron víctimas mortales de la Masacre de Fátima.
-Al preguntarle por los motivos de su detención, el Dr. López narró:
“Me detuvieron porque evidentemente había una denuncia previa, y habían hecho una inteligencia, tenía antecedentes previos por lo tanto no puedo esquivar el bulto, era un oficial de inteligencia del ejército revolucionario del pueblo».
-¿Cómo era la vida en la cárcel, qué te daban de comer?
«Si le llamamos cárcel estaríamos en libertad –expresó el médico-, le vamos a llamar Centros Clandestinos de detención de prisioneros de guerra. Yo fui un prisionero de guerra con el mismo o peor trato que el resto, pero estuve en cinco campos de exterminio de los cuales uno de ellos fue la Superintendencia de Seguridad Federal, el otro fue Automotores Orletti, otro Campo de Mayo, anteriormente había estado en el primer Cuerpo de Ejército, y finalmente terminé en El Vesubio, donde logramos escaparnos con un capitán de navío que era paraguayo y le había bombardeado la casa de gobierno al general Stroessner».
-¿El capitán de navío estaba detenido como militante popular?
«En realidad estaba detenido a pedido de Stroessner, tenía un pedido de captura vivo o muerto».
-¿Por qué tantos traslados?
«Esto tiene algunas aristas un poco raras. Los servicios de inteligencia del 601, suponían de acuerdo a algunas denuncias que yo tenía alguna masa importante de dólares, y ese fue mi pasaporte de vida, de lo contrario estaba condenado a muerte en el primer Cuerpo de Ejército».
«Mi primera detención fue al comando del Primer Cuerpo de Ejército en Palermo, ahí estaba Suárez Mason en el tercer piso, donde dijo a sus subordinados con referencia a mí, ‘manga de boludos, salieron de caza mayor y me traen un perro sarnoso’».
-¿Qué comías?
«En todos los centros se daba generalmente hidrato de carbono, ligado a los farináceos (polenta, fideo), sin sal ni nada, había dos comidas exactamente iguales, y la porción no era más de dos cucharadas. Era una destrucción física y metabólica para que el individuo no pudiera pensar, pero se olvidaron que uno tiene reservas internas donde comienza una autofagia y uno tiene supervivencia. Son cosas difíciles de plantear pero es así, uno se come así mismo».
-¿Dentro de las cinco detenciones cuántas veces te torturaron?
«En la Superintendencia cinco veces, cinco días seguidos –afirma-, ellos tenían documentación que me ligaba al Ejército revolucionario del pueblo y lo que no tenían en claro es cuál era mi función y querían saber quiénes eran los responsables, a quienes conocía, etc. pero no lograron hacerme hablar, los hice ir a cualquier lado donde podían encontrar algo y nunca me sacaron absolutamente nada. Siempre está la posibilidad de negociar. Apenas entras ahí te saludan con una lesión grave, dolorosa y que la utilizan como el recurso de anticipo para decirte que te van a hacer pedazos, era una manera de decirte ‘pisaste el infierno’, en El Vesubio había un letrero que decía algo parecido, …’humanos olvidate de la vida de acá solo se sale muertos’… letrerito pro nazi..»
-¿La bienvenida era una fractura?
«Normalmente te daban un garrotazo en la pierna o te quebraban las costillas a trompadas. A mí me pegaron un martillazo en los pies y me quebraron tres dedos, cosa que no pudiera correr, caminar ni nada».
«En número general estaba la acción sicológica que era una lesión física, después estaba la tortura fisiológica, tortura por hambre, la escatológica (no dejarte ir al baño), la eléctrica, los golpes, etc».
-¿De tres clases de picanas cuál te toco a vos?
«La carolina como creo haber recordado, le decían a la picana que normalmente se utilizaba en el domicilio de quien era detenido, ahí se le daba los primeros golpes de corriente para sacar información lo más rápido posible. Estaban el submarino seco y el húmedo, que era meter la cabeza en el agua y el submarino sucio o negro que era meter la cabeza en la evacuación de la gente, había una pileta con agua verde podrida y te tiraban ahí empujaban con un palo, y tenias que hacer de buzo para salvarte, si no sabias nadar, sonabas».
-¿A las mujeres que les hacían?
«Les aplicaban picanas como a cualquiera de nosotros, pero tenían el agregado lamentablemente, de ser violadas. Normalmente existía la violación por consentimiento, por la fuerza y otra por sometimiento que generalmente estaba dado por la Jefatura mayor, no olvides que un contralmirante se casó con una de las prisioneras».
-¿Vos escapaste en qué año?
«Sí, del Vesubio. Fui detenido el 13 de julio de 1976 y estuve en los distintos campos de concentración hasta llegar al 18 de marzo de 1977. Ahí escapé. La huida fue porque se habían llevado a una señora muy joven para abuso sexual. El jefe de la guardia se queda dormido y le saca la pistola y se viene corriendo desde la casa 1 a la 2 en el Vesubio y nos dice mira lo que tengo y en menos de tres minutos ya estaba reducida la guardia e íbamos encarando el proyecto con el apoyo listo para repeler la reacción interna. En la primera no se pudieron armar y tuvimos tiempo necesario para organizar el escape».
-¿Algún militar sentía pena por lo que se estaba haciendo?
«Sí, había un teniente primero de comisión que estaba en Infantería en La Tablada y empezó a fotografiar los expedientes como para decir cuántos son, quienes y por qué hacen esto, y lo cazaron con lo justo, entonces lo mandaron al sótano donde estaban los prisioneros peligrosos, ahí éramos 4, había un cabo primero de la policía de la provincia, este teniente primero del ejército que después lo vi dar testimonio, o sea no lo mataron».
-¿Tiene algún sentido que aparezcan distintos dirigentes que digan que los desaparecidos fueron 5, 10, 500, o dos millones…?
«Los nazis dijeron que en los campos de concentración fueron eliminadas aproximadamente 600 mil u 800 mil personas, otros hablan de 6 millones, es decir la cifra precisa nunca va a ser conocida porque quemaron los cadáveres, o los enterraron a kilómetros de distancia, y acá lo que hicieron fue desaparecer los cadáveres, tirados al mar, al rio en los cangrejales donde había palometas o pirañas, y todo lo que sabemos».
-Un cable de la CIA del año ‘78 certificaba 22 mil por lo menos…
«Esa es una cifra que da el Ministro de Relaciones Exteriores a Kissinger que era canciller de EE.UU. (personaje siniestro para A. Latina)».
«Aprovecho los espacios siempre para destapar la verdad histórica». -Señaló al cierre de la nota el Dr. López-.