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Gracias, disculpá-Por Gabriel Princip

Cuando se quiere interpretar el comportamiento político de las clases medias, se trata de interpelarlas para llegar al conocimiento real sobre su manera de ser.
Entender su moral, su ética es casi un trabajo insalubre. Buscar en la sociología algún parámetro nos remitirá a una idea sobre el ser nacional o el medio pelo pero ahí se termina.
Observando la actualidad con sus declaraciones y consecuencias, se nota que el habitante de la clase media se olvidó de decir gracias y al mismo tiempo no entendió que saber pedir disculpas lo hace más humano.
Los medios dominantes se encargan en el día a día de crear el caos y llevar el terror social a cada una de las casas argentinas. Su objetivo, demoler una idea nacional para llevar al poder al conservadurismo rancio y antinacional.
Mientras se cumple ese objetivo vuelan títulos mentirosos y sin sentido, las cuentas de Máximo que no existen, las operaciones de Elisa Carrió que no se pueden probar, las notas editadas y sin veracidad de Jorge Lanata, las revolucionarias de la mentira como Laura Alonso y Patricia Bullrich, las urnas quemadas, Tucumán, etc.
Detrás de estas operaciones se coloca gente que si ton ni son aprueban las mismas y las utilizan para cargar contra sus amigos y parientes.
Finalmente Nisman no fue asesinado, Máximo no tenía cuentas y Aníbal no era narco. Aquellos que quedaron colgados del pincel siguiendo tamañas mentiras son incapaces de pedir disculpas. Ni Clarín, ni TN, ni los lectores, ni los televidentes, ni cacerolo alguno.
Por otro lado, son los mismos que disfrutan de la ampliación de derechos motivadas desde el gobierno desde el 2003 a la fecha y tampoco son agradecidos. Miran el futbol para todos y lo critican, mandan a sus hijos a escuelas públicas y prefieran las privadas y por supuesto son funcionales a la derecha.
En lugar de justificar su voto por Macri diciendo logre la jubilación del ama de casa con Cristina pero ahora me gusta Mauricio, que no estaría mal, se perpetúan en su fanatismo diciendo: “La jubilación me la gane” y la presidente cumplió con su obligación.
En síntesis, pedir disculpas y decir gracias es algo que la educación de la clase media pasó a retiro.
Quizás el problema central sea la educación, por allí Karl Krauss decía que: “la educación es lo que la mayoría recibe, muchos transmiten y pocos tienen”.
Más claro lo tenía Confucio cuando dejó para la posteridad que “donde hay educación no hay distinción de clases”.
Pero el medio pelo no se detendrá con tal o cual pensamiento, seguirá justificándose para poder tener razón en el café, el trabajo o en la mesa familiar.
El modelo a seguir se define el 25 de octubre. Hoy la clase media define el futuro.
Hoy Daniel Scioli promete un continuismo. Hoy los asesores de Macri aseguran una devaluación, un ajuste y un congelamiento de salarios, pero también Macri garantiza menor actividad económica para las clases bajas con lo cual provoca la sonrisa estúpida del medio pelo.
Ahí está el truco. La media clase prefiere la muerte a la igualdad. Por eso detesta a los K, sí, hizo crecer a los sectores medios pero también posibilitó el ascenso de las clases postergadas. Y eso no se acepta.
A partir de allí, el medio pelo no se banca y exterioriza su pensamiento siempre reñido con la educación.
Diego Córdoba dijo: “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”.
Malcolm X que era un activista por los derechos de los negros se referenció también en este tópico y aseguró que “la educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy”.
Hoy es más cómodo seguir a mal educados de la talla de Elisa Carrió, Laura Alonso y Patricia Bullrich que tener un pensamiento propio con cierta educación y decoro. Es más fácil decir que la gestión oficialista era su obligación que dar las gracias por no haberse olvidado del pueblo. No es tan difícil para aquel que le fue bien en la vida descalificar a un gobierno que ayudó a su crecimiento.
Gracias, disculpá, dos conceptos olvidados. Lástima, nunca serán felices. Vivirán la vida para comer, trabajar, instalarse frente a la caja boba para despotricar y dormir. Pero felices, jamás nunca. Por todo lo comentado, disculpe. Gracias.
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