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Fútbol y multitudes

Si yo fuera chileno gritaría con todos mis pulmones los goles que la roja pudiera convertir y si me tocara perder aceptaría con hidalguía el segundo puesto, que en definitiva no es otra cosa que entrar detrás del primero.

Por Garcilazo

Si yo fuera chileno jamás silbaría un himno patrio y menos el argentino, porque en ese espejo debería mirarme sin manosear las insignias hermanas.

Si yo fuera chileno solo competiría en lo deportivo y reconocería las virtudes del contario como una forma de valorarme, porque cuanto más grande sea mi adversario más importante será mi victoria y más justificada la derrota.

Si yo fuera chileno daría un paso atrás y ni ebrio ni dormido usaría la gesta de Malvinas como bandera de orgullo, los pueblos no deben pedir perdón por sus dictadores, pero sí guardar silencio ante la traición que afectó a un país hermano, frente a un enemigo que fue, es y será común para los países de la América toda.

Si yo fuera chileno y me tocara perder, si no me atreviera a aplaudir, guardaría en mi retina el equipo que me venció como forma de consuelo, las derrotas duelen menos cuando se producen claras y nítidas.

Si yo fuera chileno y quisiera llevar el fútbol a una cuestión nacional, competiría con los dos Premios Nóbel de Literatura en su haber, nada menos que en poesía y que la Argentina no pudo tener hasta ahora; con el valiente y democrático presidente republicano socialista aniquilado en La Moneda; con la eterna Violeta PARRA y el profundo Víctor JARA; con los lagos del sur en su inconfundible belleza y con la melodía hecha canto universal nacida en su suelo que susurra “el pueblo unido jamás será vencido”.

Tiene mucho el pueblo chileno para valerse, no es necesario agredir a un país hermano que nunca le ha pedido nada y en más de una oportunidad ha sabido compartir el alimento y la educación, en zonas de frontera no determinadas y que han estado en disputa.

Suele ocurrir que pequeños grupos adinerados, que pueden pagar costosas entradas a estadios de fútbol, se arrogan la representación de todos con un falso nacionalismo que denigra y ofende. Los argentinos debemos comprender porque detrás de esa gente no está la mayoría del pueblo, que hoy se debate en las calles por una educación libre y un país más igualitario, ambas cosas tal vez mucho más importantes que un torneo de selecciones.

Por eso y porque en definitiva solo se trata de un partido de fútbol les digo: A la cancha muchachos! Y que gane el mejor.

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