El militante clásico de la opinión pública suele definir cualquier discusión con frases tan antiguas como colonizadas. La escasez de recursos intelectuales de lo que Jauretche llamó “medio pelo” hace de las tertulias territorios de combate y no tribuna de discusión o debate.
El medio pelo también, siguiendo la línea de Don Arturo, se ha acostumbrado a fomentar lo que supo llamar “zonceras criollas”. En ellas existe la descalificación hacia posturas criollas, pensamiento nacional y masas populares. Conceptos vacíos como moral, ética, costumbres, decencia son aquellos que dominan charlas tan aburridas como cortas en su espacio y tiempo.
Al mismo tiempo, frases como “somos el granero del mundo, no hay quedarle el pescado sino la caña para pescar, o el estado se debe encargar de ellos y no yo con una limosna” son tan antiguas, como colonizadas y con altas dosis de individualismo liberal que sólo ayuda a culminar o entristecer una tertulia.
Dentro de la media clase también existen aprendices de intelectuales o sabelotodos barriales que ayudan a la confusión general. Alguna vez supo decir Juan José Hernández Arregui: “la clase media tiende a la formación de grupos intelectuales que fluctúan, por diversos motivos, entre las elites que miran hacia arriba y los ghettos espirituales que miran hacia abajo. Esto explica la abundancia de intelectuales de izquierda que se pasan a la derecha ideológica, al conservatismo social. En realidad, los intelectuales son los que sienten más vivamente esta situación incierta que ocupan en la sociedad. Mientras la perspectiva de descender les lleva a la comprensión de la lucha que libra la clase trabajadora, por otra parte les estimula a no caer en ella”.
Pero el error de parte de la clase media en su pensamiento político, tiene una disculpa. Los medios se encargan sistemáticamente de confundir a la población con mentiras disfrazadas de noticias y hombres probos del periodismo que alcanzan esa distinción por ser serios al concluir su relato o por trabajar para grupos dominantes que hacen uso y abuso de su imagen.
Los medios no tienen como función entretener ni enseñar, sino confundir para el bien común de escasos empresarios amigos del pensamiento foráneo.
Por eso, quienes conocemos el monstruo porque de allí provenimos tratamos de repensar el pensamiento político desde la vereda de lo nacional. Arregui decía que “sólo lo que se piensa con fe nacional es el pensamiento verdadero”. No cuando sólo se piensa lo que dicen los libros y estos libros del país colonial son extranjeros o escritos por argentinos colonizados.
Hoy la disyuntiva política es entre dos modelos, uno nacional y el otro no. Esta pelea electoral lo definirá el comicio del 25 de octubre y a partir de esta fecha sabremos si somos capaces o no de sostener una nación sin necesidad de la coima liberal.
Lamentablemente, el poder real sigue operando para que nuestras mentes giren a la derecha y entreguemos el alma a los dueños de la pelota. Todavía escuchamos en los medios, intelectuales que disfrazan la historia para llevarnos a un futuro con olor a trampa.
En su tiempo, con algunas similitudes con la actualidad, Arturo Jauretche recordaba a quien quería escuchar que “se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales”.
Por eso tengamos en cuenta la obra del pensamiento nacional en sus más variados exponentes a la hora de votar. No es lo mismo la trascendencia alcanzada por Perón, Evita, Néstor y Cristina que militares, Menem, De la Rúa y demás serviles del conservadurismo.
La historia nos pone a prueba. Dejemos la falta de contenido y las frases hechas y decidamos nuestro futuro con fe y templanza. No olvidemos quien es quien en la política actual, y cuando veamos a señores de buen vestir, correcto decir y fragancia importada que nos pretenda convencer que el cambio es la opción, busquemos a Evita en nuestro cerebro, apretemos enter y escuchemos cuando delante de multitudes decía: “el capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos han podido comprobar que no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene conciencia de sus derechos”.