
No hay un solo índice económico que favorezca al gobierno. Ni una expectativa que geste esperanza en una clase media a punto de desaparecer. Lo único, sin errores, en un tiempo será el futuro pluscuamperfecto. Pero hechos nada, solo palabras. Y así van pasando los días rumbo a unas hipotéticas elecciones donde difícilmente cambie la vida de los argentinos.
Día a día la imagen y la intención de voto de Cristina Fernández crece mientras que la de Macri baja. Electoralmente el oficialismo no tiene ninguna esperanza, pero esa “derrota” que en cualquier país serio sería esperada sin temor al error ni al rencor, se puede convertir en una victoria gracias al “enorme” esfuerzo de una “justicia” de ciencia ficción. Si la economía no favorece a Macri, lo hará Bonadío con gusto, placer e impunidad.
Igual una parte de la sociedad, esa que integra la opinión publicada, mirará para arriba y no observará queja alguna. Aliada de la oligarquía, empobrecida y sin esperanza de una mejora económica tiene al odio como ordenador de sus ignorantes vidas.
“Cuando todo estalla y ya no se puede disimular que no se construyó nada en función del pueblo, no será consecuencia de los que venían a salvar el país son inoperantes, deshonestos, cipayos y mucho menos dirá “que mal voté es que siempre voto lo que sea para no votar un peronista”. En ese momento, soltará una de sus frases escudo: “es que, al final, son todos iguales, todos roban”.
De esa manera, no hay análisis ni cálculos, todos son corruptos. El gobierno que pone derechos del trabajador en la Constitución, les otorga pensión a las amas de casa, promueve el aguinaldo, y/o subsidia el transporte, la luz y el gas a los que menos ganan, será, según él, igualito al que se quedó con los ahorros que tenía la clase media en los bancos y no construyó ni un hospital porque igual, al final “todos roban”, así analizó Alejandro Dolina nuestra realidad, nuestra actualidad.
De más está decir la coincidencia total con los dichos del filósofo argentino. Restaría agregar conocer el origen de tanto odio sin sentido, porque las consecuencias si la sabemos. La hemos vivido y las estamos viviendo con un futuro que antes era incierto, ahora ya no.
El origen puede tener una explicación sociológico, quizás sicológica o un resumen de ambas. Contar que la “clase media vota mal cuando está bien y bien cuando está mal”, pero esta vez Arturo Jauretche se equivocaría. Hoy la clase media vota por el odio, ese odio hacia aquellos que determinan un ascenso social de las clases bajas. Ese odio que nubla su mente y cree que “esos” que están abajo los igualarán y no quieren compartir el lugar. O también ven en los pobres su origen social y más explicaciones que no vienen al caso.
Pero hoy el odio llega por otras vías. Se origina en el poder corporativo de quienes mandan. El poder utiliza todas las herramientas posibles para fragmentar la sociedad, destruir el estado- nación, regionalizar el planeta, desorganizar las economías y empobrecer a las mayorías. Solo una elite puede satisfacer sus más oscuros deseos esclavizando a la humanidad. No es otra cosa, o porque se cree usted que se emplea la eugenesia, el lavado de cerebro, el accionar de trols y las redes sociales para la modificación del pensamiento?. Para que cree usted que se utiliza a los medios dominantes y a la justicia?. Haciendo de ellos el ridículo. Un diario deformando la realidad y un juez encarcelando gente con fotocopias?.
Mafias eran la de antes, más sofisticadas, con mayores recursos. Hoy te guillotinan la esperanza desde la justicia, te fusilan tu futuro desde una canal de televisión y te condenan al infierno sin ni siquiera haber muerto. Por eso, el agradecimiento a esa parte de la clase media que perdió el tiempo en la universidad cursando y dio libre Odio I, II, III y IV para poder analizar la actualizar con profunda ignorancia y esa materia aprobada.




