ES LA POLÍTICA INTERNACIONAL, ESTÚPIDO

Por Rodrigo Marcogliese.
Lamentablemente el Coronavirus volvió a tomar repercusión con fuerza esta semana porque la canciller alemana, Angela Merkel, dijo temer que se saturen los hospitales ante la situación dramática que está atravesando.
El principal problema que tiene su país, así como el Reino Unido, República Checa, Eslovaquia, Bélgica, Austria, entre otros, es el bajo índice de vacunación.
Mientras en nuestro país alcanzamos al 78,5 por ciento de la sociedad con al menos una dosis, sólo han sido vacunados una vez el 44 por ciento de los eslovacos, el 58 de los checos, y el 68 por ciento de los alemanes, por ejemplo.
La mitad de la población de América Latina y el Caribe ya está vacunada contra el COVID-19, según la Organización Panamericana de la Salud.
Es un logro de la sociedad, que tontamente la oposición logró posicionar al oficialismo como único merecedor de los laureles después de la campaña de desprestigio.
Ahora bien, si uno partiera el globo entre primer mundo y tercer mundo las cosas podrían comenzar a esclarecerse.
Poco más de cinco décadas después de que sucedió la conversación, Lorenzo Pepe comentó la explicación que le dio el General Perón acerca de la Tercera posición.
No era solamente apartarse del eje Yanqui y del Marxista como comúnmente se simplifica sino una geo concepción filosófica, social y obviamente político económico.
En los países vive gente, y por tal motivo, si hay un primer mundo también hay gente del primer mundo. Nosotros somos habitantes del tercer mundo y nuestros intereses distan de los que tienen en otras latitudes. En ese momento Perón hablaba de Fidel en Cuba, de De Gaulle en Francia, como parte del tercer movimiento.
Jauretche expresaba que, si en el espacio no existe arriba ni abajo, sólo quienes vivan en el norte tendrían que poner sus países arriba en el planisferio. Porque uno comienza leyendo de arriba para abajo, y busca que resalte lo que le parece más importante. Caso contrario tendría que suceder con los que vivimos en el sur, lo que no ocurre.
En ese momento comenzaba el bicho de la globalización, una excusa para hablar de la nueva dominación. Una canción de Los Piojos dice en ese sentido que la globalización hizo que algunos festejan Halloween acá, pero nunca que alguien tome mate en Washington.
Así es como el verdadero sentido de la tercera posición tiene menos que ver el mundo dividido entre Rusia y Estados Unidos después de la segunda guerra, y más que ver con el alejamiento de las medidas doctrinarias económicas del FMI, organismo creado al término de la segunda guerra. Porque es filosófico, social, político y económico.
Al principio parecía que los países dominantes del primer mundo utilizaban estos organismos para someter a los del tercer mundo. Sin embargo, el paso del tiempo demostró que son los organismos los que someten a los países, sin importar que sean del primer mundo.
Crearon al monstruo que los devoró.
Allí estamos hoy, y como punta del iceberg está la información con la que comenzó la editorial acerca del estado de emergencia en Europa. Los países serios, fuertes y autoritarios no logran hacer que sus habitantes se vacunen. Escapa a la discusión del capitalismo o comunismo. El 54% de los consultados en Rusia, donde se originó la vacuna Sputnik, dijeron que no se la pondrían si esta no es obligatoria.
La sobreinformación hace que los ciudadanos ya no respeten las medidas impuestas por sus mandatarios, o bien se generó la creencia que sus verdaderos mandatarios no están en las casas de gobierno de sus naciones. Si un médico hoy dice A, un influencer que hace lindas coreografías en redes sociales asegura que es B, y un ministro C. ¿Usted a quién le cree?
La cuestión es que no todos van a opinar igual, y esta es una cuestión de Estado que no deja a la libre interpretación. No es un elige tu propia aventura.
Si uno quiere sacar la raíz cuadrada de un número antes tiene que saber sumar y restar. Caso contrario no se puede hacer, y al no comprenderlo se le pierde interés. Algunos hacen creer que lo más simple es la política nacional para después saltar a la internacional, cuando es al revés. Quien no entienda que cada 15 años cambia en Argentina el apellido de quien expresa las políticas neoliberales, pero que la firma Rockefeller hace negocios desde 1723 corre el riesgo de pensar “al final son todos iguales”.
Es decir, llevarse la frustración de primero creer en que “este es distinto al resto porque viene de afuera de la política” cuando en realidad hace 298 años que comenzó a actuar financieramente la familia que, más acá en el tiempo, eligen a esos emisarios suyos cada 15 años.
Si Argentina llega a un vacío de poder no es por Alberto Fernández. Ni Merkel, ni Putín pueden manejarlo. Al menos, que sirva de vidriera para ver qué es lo que puede llegar a pasar para prepararse, hay que suponer menos lo que diría Perón y leerlo más: “la verdadera política es la internacional”.




