Es la hora de los ídolos auténticos

Por Margarita Pécora B. –
Ocurrió en La Habana hace pocos días: Un médico sanitarista que informa diariamente a media mañana por la TV cubana la marcha de la campaña contra la Covid-19, fue sorprendido en plena calle saliendo del estudio de grabación, por una avalancha de personas que espontáneamente le aplaudieron y filmaron, para hacerlo trascender en las redes sociales como el testimonio de lo representa para muchos hoy en Cuba, un ídolo de estos tiempos.
Es el Dr. Francisco Durán, nacido en Santiago de Cuba, quien en estos meses “al pie del cañón” solo duerme sólo de 3-4 horas y se ha ganado la admiración y respeto de los cubanos con tal devoción, que hasta le dedicaron mimosas frases por su cumpleaños, y cubrieron de elogios como un ¡Gracias por existir!, en reconocimiento a la abnegación que muestra en esta pelea minuto a minuto por preservar la vida de su pueblo, y por la forma clara y transparente que utiliza para trasmitir el mensaje sin reservas sobre la cifra de muertos, infectados o personas recuperadas por el virus.
Y esto nos da la magnitud de que algo hermoso y de profundo contenido humano nos está dejando esta lucha contra la pandemia, como es el surgimiento de nuevos ídolos en la sociedad. Personas de carne y hueso que salieron al ruedo a jugarse sus vidas por las de los demás en las zonas críticas y de mayor peligro, con su pensamiento muy lejos de la falsa complacencia por los logros y mucho menos la fama.
Pero esto no ocurre solo en Cuba. También en la Argentina están surgiendo actores sociales venerados por el público, como son los médicos infectólogos Pedro Cahn y Eduardo López, a través de los cuales recibe su dosis de admiración también, el Ministro Ginés García, a quienes se les ha visto ojerosos, extenuados, con la salud propia en juego, pero sin renunciar un ápice a la conducción del Protocolo que los expertos van indicando con profundos argumentos científicos y matemáticos.
Como se puede ver, más allá del origen bíblico de la palabra, la figura del ídolo se impone en la sociedad moderna, donde las personas vuelcan su reconocimiento con alto grado de devoción hacia quienes han obrado de manera excepcional por el bien del prójimo. Y esto no significa que se hayan olvidado de Dios, establecido como el único a quien se le puede y debe idolatrar. Los ídolos de carne y hueso son, en todo caso, un subproducto de ese amor supremo.
Detrás de todos estos hombres excepcionales, hay un ejército de médicos y enfermeros/as que permanecen en el anonimato, pero que la ciudadanía reconoce más allá del aplauso, que son los héroes de hoy. Sus nombres y sus historias por más desgarradoras o hermosas que puedan ser en medio de la pandemia, deberían ser registradas por los Medios, por encima de la banalidad de capa y lentejuela que ocupa los principales espacios, porque es el tiempo de los héroes de carne y hueso, de los ídolos auténticos.




