Opinión

En el país de la posverdad

Por Matías Benítez

Los números no mienten. Eso es relativo. Es que somos sujetos con un pensamiento crítico y no por el contrario objetos inertes o neutros. No sería descabellado afirmar entonces que es imposible ser objetivo, aunque abre la puerta a un problema. Nuestro presidente dijo que durante 2 años y medio creció la economía y aseguró que desde que asumió en 2015, el gobierno se propuso un camino gradual al que calificó de exitoso.

Ese camino gradual acumula un 3.500% de aumentos en los servicios en la era Macri. En electricidad un 3.624%, en gas natural un 2.401%, en peajes el 1.118%, el tren subió un 601% y el agua corriente, un bien esencial para no morir, trepó el 1.025% de aumento, y la lista sigue sin tomar en cuenta la inflación en alimentos.
El crecimiento de la economía al que apunta el presidente, en realidad, en 2018 es una caída del 2,6%. Y según el presupuesto de este año se espera una caída del 0,5, aunque mediciones privadas vaticinan una caída del 1,5%. Son números que tal vez marean un poco, pero significa que de la suma de la economía, esa caída representa menos plata para el bolsillo de cada uno de los habitantes del pueblo argentino.

Si además tomamos en cuenta que habría que sumar el crecimiento de la población económicamente activa, que es el 1% anual, como sostienen especialistas, tras el mandato de Macri la economía caerá un 6%. El mismo mandato en el que se afirma que la economía creció o en el que se prometió pobreza 0; o la lucha con o contra el narcotráfico, no termina de quedar del todo claro después de la apertura de sesiones. El mismo gobierno que en campaña prometió no endeudarse con el FMI y convertirse en el desembolso más grande de la historia del organismo internacional, ni quitar subsidios, ni recortar jubilaciones, ni solucionar la inflación en dos meses, ni que el dólar sea un problema, la lluvia de inversiones, ni quitar el Fútbol Para Todos. Pero insisto, cualquier posición sería subjetiva, porque en realidad no existe la verdad.

La «posverdad», un término moderno que quiere decir que las aseveraciones dejan de basarse en hechos objetivos, para apelar a emociones, creencias o deseos del público. Es mentir sabiendo que es mentira para que otro se lo crea. Es por eso que hay cada vez más distancia entre el discurso del gobierno y la realidad. Y aunque parezca insólito, quienes se encuentran alineados con el ideario macrista van seguir conectando con esas emociones y no habrá datos que lo hagan recapacitar. Aunque la realidad los golpee. «Antes estábamos bien, pero no era verdad. Ahora estamos mal y es verdad», resumen el pensamiento globoamarillento.

Ya no sé si es objetivo o subjetivo o si depende del cristal con que se miren los números, pero el gobierno le está tomando la leche al gato, como decía Maradona. Y cada vez coincido más, emocionalmente, en que la única verdad es la realidad.

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