Nuestro país y el mundo, están pasando por momentos que nadie pensó. La pandemia bautizada como COVID-19 ha matado a millones de seres humanos en todo el planeta.
Sin embargo en la Republica Argentina, hay tiempo para decidir entre la vida y la muerte.
El Parlamento Argentino, Senadores y Diputados se sienten semidioses. Ellos determinan una Ley cuasi abominable. EL ABORTO.
Cristianos, judíos, agnósticos, ateos, musulmanes, etc. definirán quien vive y quien muere. Lo mas vergonzoso es que una ley tan delicada, la definen el color de los pañuelos. Verde o celeste. Verde a favor del aborto y de la muerte y el color celeste, a favor del Sagrado Derecho de Nacer.
Como Comunicador Social, debería ser objetivo, pero como sujeto, no soy objetivo. Como cristiano, creo que la vida es patrimonio absoluto de DIOS, al igual que la muerte. El hombre, como raza, no deberíamos decidir lo que es exclusividad de DIOS.
Sin dudas, esta columna de opinión, tendrá detractores y defensores. A los primeros, les pido disculpas, pueden destruir este artículo o ni siquiera leerlo. No puedo ser imparcial, no puedo ni quiero traicionar mis convicciones cristianas.
La raza mal llamada animal, cuida sus crías hasta dar la vida por ellas. Las bestias somos nosotros, que decidimos la muerte de un semejante que tiene el Sagrado Derecho de Nacer.
Una vez le pregunte a un amigo alemán; ¿qué opinaba del aborto? y me dijo: “después de padecer un Holocausto, un aborto es un ápice, es decir casi nada”.
Quizás por ver a mi madre sufrir por abortar, a quien iba a ser mi hermano, desde ese día, pensé que el aborto es un crimen, aunque millones piensen lo contrario.
Me pregunto entonces ¿es momento para promulgar esta ley que amplía la grieta entre unos y otros?
