Por Gabriel Princip
Medio microcentro está cercado por vallas rodeando el Centro Cultural Kirchner para que 1600 empresarios se diviertan en un juego de mesa. El estanciero de los 70´ o el Monopoly de los 90´. Si, con una cuota de 250 mil dólares, estos hombres, todos con lomo virgen, asisten a un encuentro presidido por Macri donde encontrarán la forma de hacer negocios con el país sin por eso ayudar a sus habitantes y obtener la mejor rentabilidad.
Seguramente Macri le cedió un mapa a cada uno con las respectivas divisiones. Trenes, ingenios, bodegas, petroleras y provincias todas. Ellos preguntarán cual es el costo y como es la aventura de comenzar a invertir en una factoría.
De todas maneras, el mini Davos es solo una expresión de deseos de la economía argentina. No lloverán las inversiones desde el centro y menos aún la solución para el país. Todo en Macri es ruido, foto, amarillo y humo. Todo da la sensación de que se terminan los problemas y es que cuando tomamos conciencia que sumamos problemas día a día.
Las famosas inversiones que prometió el partido amarillo bajaron un 17 por ciento con respecto al año pasado. Para crear el estado ideal los sueldos, perdieron frente al poder adquisitivo, hay casi 2 millones de desempleados y 5 millones de pobres con respecto a diciembre del 2015.
Es más, empresas importantes como Shell están levantando campamento. A pesar que ganaron 7 de 8 licitaciones para explorar y de la mano de uno de sus empleados, el Ministro de Energía. Hoy la empresa anglo-holandesa retira todo lo concerniente a comercialización o sea casi 600 estaciones de servicios.
La lluvia de riqueza sigue en puerta. Tampoco es lógica que el planeta empresarial se desespere por invertir en una nación, hoy colonia, donde el consumo se retrae y el conflicto social se presenta en el día a día.
Para colmo de males para el mundo M y sus amigos empresarios, la figura de Cristina sigue creciendo. Hoy la intención de voto de una consultora llega al 35 por ciento mientras que Massa tiene 23 y Carrió 22.
Con el paso del tiempo, la ex presidente seguirá siendo perseguida por una justicia obediente al poder real pero aumentando su intención de voto. Ya no es gobierno, Macri gobierna y mal para las mayorías, mientras que la ex presidente cuenta como estábamos con ella y como estamos ahora.
Todos los que rodean a Macri según todas las encuestadoras han bajado su imagen. Sergio Massa, el opositor responsable, no puede declararse en principal enemigo. La ancha avenida del medio ya le costó una elección, si no toma por un atajo le costará otra.
Hoy las mayorías no entienden el juego pejotista, no soportan el color amarillo y descree de otras opciones. Hoy la gente está pensando en rebasar las conducciones sindicales y políticas. Todavía no, pero en cualquier momento el pueblo dice basta, el poder baja el pulgar y el plan toma el gobierno.