EL PEOR DE LOS VIRUS

Por Carlos Galli.
El covid es uno de los virus más peligrosos en la historia de la humanidad. Uno de los más letales, pero no es el más maligno.
El virus más desgarrador, el más perverso, el que discrimina, el que está lleno de egoísmos y miserias. Este virus se llama DIRIGENCIA POLÍTICA.
La ciencia y la medicina, no encuentran un antídoto. Es la peor de todas las pandemias. Infecta, corrompe, contagia, enferma de gravedad y mata.
La pobreza, mata. La indigencia, mata.
La desocupación, mata.
El hambre, mata.
La angustia y la tristeza, matan
La desigualdad, mata.
El desprecio, mata.
La malicia, mata.
La mentira, mata.
La corrupción, mata.
La injusticia, mata.
Y podría seguir, pero resulta hasta angustiante seguir adjetivando sobre el virus político; porque lo que ocurre, es que no hay antídoto posible, y al haberlo, ellos siguen siendo intocables, indestructibles, y aunque son mortales, se sienten eternos e infinitos. Están atornillados a sus cargos. No necesitan mantener la cadena de frío, porque siempre son tibios, el peor de los estados de los seres humanos.
La directora del INADI, -el Instituto contra la discriminación-, ha discriminado a su propia empleada doméstica. Debería ser despedida, sin embargo sigue disfrutando de su cargo y su confortable despacho. Contra estos ejemplos, no existe vacuna, ni antídoto posible. Las «cepas» de su alrededor, que son sus aliados, la siguen sosteniendo y se hacen los distraídos.
A la ex ministra de Justicia y al Dr. Ginés González García, otra “cepa” la de un “instituto patriótico”, los quitaron de su núcleo y entonces se debilitaron y tuvieron que dejar sus respectivos lugares, a otros virus similares, ni mejores ni peores, solamente son “cepas” diferentes.
Los políticos de todos los sectores, conforman una especie que nunca se extingue. Son más poderosos que una pandemia, porque ésta, como tantas otras, el antídoto o vacuna, termina venciéndolas. A diferencia de la dirigencia política, siempre sobreviven y en algunos casos, hasta dejan o intentan dejar sus herederos.
El virus de la política, se transforma, muta de un partido a otro, y hasta son bien recibidos. No importa el pasado que hayan tenido. Sacando algunas pocas y honrosas excepciones, van de derecha a izquierda, y si hay una coalición o alianza, aun mejor, porque ese caso, todos los virus, son parecidos. Tienen la ventaja o la “suerte” de que siempre tienen poderosos anticuerpos.
Los laboratorios, los infectólogos, los hombres y mujeres de ciencia, bioquímicos etc., están tratando de establecer las diferencias entre un político cualquiera y un virus. Y por ahora, no encuentran esas divergencias. Parecen iguales, pero no lo son. Lo que no encuentran ¿Cuál de los dos, es más peligroso?
Están viendo si un antídoto posible, contra la dirigencia política, son LAS URNAS. Algunos creen que si. Parece que es la única vacuna posible, para sacar a los que no sirven. Lo ideal, seria que esas urnas queden vacías, para demostrarles que no nos interesan sus formas y modos. Pero el virus político es muy astuto, entonces nos obliga a ir a votar. Lo que podemos hacer es poner papeles en blanco y entonces el virus, tal vez, entienda, que puede aparecer un antídoto que los pueda combatir.
No soy anarquista, lejos estoy de eso, pero no quiero que el virus de la política me tome por idiota útil.
A una pandemia, con mucho esfuerzo, se le puede ganar la batalla. A los políticos, NO PODEMOS… por ahora.




