Por Gabriel Princip
En el 2013 Argentina se conmocionaba, un Papa de origen argentino por primera vez en la historia y quizás el último. En 1986 Maradona sacaba chapa de ídolo inmortal. En el siglo XXI la pulga Messi se instalaba en la retina de todos con su juego y sus goles. Cualquier extranjero muere de envidia por tener personajes que son conocidos hasta el último rincón de la Tierra. En cualquier país son idolatrados, pero en Argentina, los argentinos poseemos otra visión, la negativa, la pesimista y según nuestro saber entender, la real, la única verdad.
El papa consagrado ante el mundo hace tres años pasó, para los medios, de ser un Dios con pasaporte argentino dispuesto a acorralar a la yegua para luego dar fácil cuenta de ella a un simple católico que apenas figura en la página 33 del diario una vez por mes.
El caso del Diego transita el mismo camino que Francisco. De campeón del mundo, a drogadicto, mal padre, comunista amigo de Fidel, Chávez y Néstor. La idolatría mundial se reduce a la nada en la Argentina, acá es el gordo villero que fue campeón mundial.
Y ahora el turno es de Messi. La pulga es el ídolo ideal para los medios. Juega bien, en el Barcelona, es blanco, apellido italiano, se corta el pelo y es correcto, solo falta el campeonato mundial. Pero este no llegó y la copa América tampoco.
Y difícil que llegue, pues el retiro de la celeste y blanca ha sido anunciado. Los medios ya opinaron. “Fracaso” fue el término más utilizado en casi todos los editoriales, títulos como: “como siempre segundos” formaron parte del recibimiento mediático a la Selección. Amargos, pechos fríos, perdedores y cualquier adjetivo que se utiliza en el potrero supieron acampar en el papel de los grandes y desinformadores diarios.
Los medios representan a la opinión publicada y esta es gran parte de la clase media. O sea, el pensamiento que registran los diarios se escucha en la boca de más de un militante de la media clase y testaferro del medio pelo. Por debajo de esta población y de esta clase, se encuentra el pueblo, el mismo que banca a Messi, al Diego y al Papa. Porque no nos confundamos que el aguante a estos personajes populares existe y sabe no coincidir con la línea editorial de los pasquines argentinos.
La apoyatura popular del Papa es inconmensurable, a pesar de que Carrió no lo quiera y el católico de zona norte lo ignore porque el jesuita parte de los diez mandamientos para elaborar un mensaje cristiano. Francisco habla al mundo desde los valores no desde el pensamiento derechista del sistema.
El Diego también tiene la mitad mas uno apoyándolo, y es el Diego de la gente. A pesar de sus problemas, a pesar de sus debilidades, fue el deportista que más alegrías arrancó al sufrido pueblo argentino.
Y la pulga tiene en los pibes su gran público. También en los adultos, pero a pesar de las odiosas comparaciones es un grande. Con sus errores, sus malos días y penales errados. Pero es argentino, es atracción mundial y nosotros entramos en la miserable interna si es mejor o peor, si canta o no el himno, o si es hincha de Newell´s o Central.
Los tres mencionados son número uno e intocables en cualquier parte del mundo. Nosotros nos damos el lujo de vituperarlos, echarlos y cuestionarlos. Hoy la clase media piensa que la Carrió es más buena que Francisco, que Maradona se comporta como lo que es, un negro y que la pulga se vaya a jugar a España. Claro que la clase media debería entender que su autoridad moral concluye cuando se la señala como el público cautivo de la derecha. O sea, hablás del Papa, de Messi y del diego y votaste a Macri. Por favor.