La derecha copó la calle. Algunos viejos decrépitos en el obelisco, algunas jubiladas por el centro y santafecinos cómplices del estafador Vicentín demostraron que la prioridad de la derecha es el odio. Nada les importa más que generar mal en el próximo. Sin barbijo, protestando algunos contra la cuarentena, otros contra la pandemia, y los menos contra la forma de vida o el comunismo. Cercando al obelisco se pudo observar carteles como basta de comunismo, por una AFIP disuelta, encarcelen a la chorra, si se puede y vendo un gordini 65 joya nunca taxi.
Un desacato a la inteligencia. Solo el odio puede juntar tanto ignorante que parlotea sin ton ni son a la vez que insulta al cronista. Protestar contra el comunismo hoy en día es como pedir la cabeza de Cornelio Saavedra.
En Santa Fé, en ese pueblito donde una familia se hizo rica a costa del Estado y de la explotación de los trabajadores, se podía escuchar a dadores de odio del grupo siempre negativo insultos de las más variadas especies al tiempo que blandían la bandera celeste y blanca.
Esos explotados que ganan 100 pesos por hora y 10 pesos por año de antigüedad defendían a su amo ante el avance del comunismo k-venezolano-cubano-iraquí-andorrense.
Repetían sin cesar no queremos ser Venezuela. También elogiaban a Bolsonaro. Que alguien les avise que Estados Unidos, -el primer mundo que adoran-, tiene 120 mil muertos y en alza, 46 millones de desocupados, inflación y un juez que viene por el Vicentín a cobrar el pagadios que dejó esta gente honesta, trabajadora y estafadora.
De todas maneras el peronismo perdió la calle. El presidente que sigue imitando a Alfonsín todavía no comprendió que su gobierno es mayoría en el ámbito legislativo y electoral. Alberto Fernández no puede dejar intimidarse por unos viejos reaccionarios o chetos de saldo que agarran una cacerola para insultar y mentir. Demasiada paciencia se tiene a estos cómplices del caos cuya prioridad es el odio.
