Mundo

El fantasma de la “rusificación” de Cuba.

Por  Margarita Pécora  B.

Con  el epíteto de  “rusificación”, similar al de “venezolanización”, que  ha puesto de moda el laboratorio  mediático donde se fabrican los  términos peyorativos  por parte de la derecha neoliberal;  ha sido bautizado ahora  el acercamiento de Rusia a su  antigua  aliada, la República de Cuba.

Y no han tardado  ni un segundo en aparecer  los “cubanólogos”  autotitulados politólogos,  que sin conocer  el contenido  oficial de esos   acuerdos,  guiándose solo por trascendidos  en redes sociales  o   las  escuetas declaraciones que  ha  hecho el presidente cubano Miguel Díaz Canel a  su regreso de Moscú,  se anticipan a lanzar conjeturas  y  agitar el fantasma de la “rusificación” de Cuba.

Entre los comentarios  destaca el que dice: Si el comunismo llegó a La Habana bajo los cantos de «La Internacional» entonada por el Kremlin, ahora la economía de mercado va abriéndose paso en Cuba con asesores y planes rusos”.

Esto nos da la medida de cómo se anticipan a  los hechos, además de que tales expresiones trasuntan un sentimiento anti ruso. Porque intentando   adivinar  lo que  va a acontecer   en este nuevo nexo entre Moscú y La Habana,   se enfocan con “mucha preocupación” en  el acercamiento de Rusia a Cuba y los planes de la mal llamada  «Rusificación», tomando  a Moscú como modelo;    y en esto ponen como sujeto   al pueblo cubano.  Y  hasta especulan sobre  un presunto contagio  de la transición que vivió  la antigua URSS  de socialismo   burocrático, a capitalismo mafioso que se impulsó en Rusia desde los años ‘90.    Para estos revisionistas de la historia, esa fue la década perdida de la Rusia post soviética, donde surgió una oligarquía  que operaba en canales ilegales.

Estos  ciberopinólogos, no solo   siembran el miedo  por las redes,  respecto a la presunta aparición  de este tipo de burocracia en Cuba,  sino  que  ya imponen sus reglas   y abogan por la democracia y contra el autoritarismo.

Lo más  insidioso, es de quienes piensan   que,  porque Cuba está sumida en una profunda crisis económica y financiera,  sea  capaz de vender  su posición geográfica en el tablero geopolítico.   La conjetura es de quienes  ven en la  nueva relación  rusocubana, un peligro para la humanidad, pensando que los cubanos/as van a permitir que se instalen bases militares rusas en la Isla y que emplazarán en ellas misiles apuntando al vecino del Norte, todo para  sembrar el terror en las audiencias  sobre una temida guerra nuclear, y lo hacen aludiendo a la histórica crisis de los misiles de 1962,   donde una decisión respecto del emplazamiento de armamento estratégico  ruso, de  poderoso alcance, puso en vilo a toda  la Humanidad. Después de aquello, que por suerte no ocurrió, creo que la Humanidad ha madurado lo suficiente,   para que ni por la mente  les pase  reeditar semejante locura: Por suerte, momentos tensos se han vivido y el botón rojo  hasta hoy, ninguna potencia nuclear lo ha tocado.

Sería irresponsable que un comunicador  que se respete,  de por hecho que  Cuba, por estar sumida en una de las peores crisis económicas de su historia, entregue su soberanía a potencia alguna; mucho menos que su pueblo  al cual se le mantiene informado de todos los acuerdos  sobre política internacional,  apruebe la instalación de bases militares en su  territorio. Pensar lo contrario es poner en duda la transparencia de un gobierno que discute en la Asamblea Nacional del Poder Popular, desde  el saco de  harina que falta para elaborar el pan, hasta el combustible que se compró  y los días  que se calcula va durar…

Aparte, “rusificación” es  un término   que suena  entre irónico y obsoleto por  cierto; porque en realidad, Rusia nunca dejó por completo a Cuba,  más allá de los que digan que  la  antigua URSS la dejó abandonada;  al  menos   la Isla de Fidel  no renunció jamás a la amistad y hermandad  con el pueblo ruso.

Y es así que está ocurriendo este  proceso de robustecimiento  de las relaciones entre Moscú y La Habana,  y lo que a muchos les preocupa,  es que ocurre en las mismas narices de la potencia occidental   que no ha cesado un solo minuto en más de medio siglo  en tenderle un cerco cada vez más apretado  a ese pueblo, para  sumar a Cuba  como un estado más  a su conglomerado de naciones.

Ha pasado más de medio siglo de torturas, y  lo que el cubano  retiene en su memoria agradecida, es la época  de esplendor  que vivió la Isla cuando   la potencia  euroasiática le tendió su mano, para ponerla a salvo de la voracidad del depredador que tiene a solo 90 millas,  que  si algo logró fue hundirla en pobreza y hambre, pero no ponerla de rodillas.

La  de Cuba y Rusia  es  una relación que  ha atravesado por duras pruebas .Recordemos  el  momento  del quiebre que  se produjo cuando   Mijaíl Gorbachov    decidiera en  diciembre de 1991  frente a una azorada audiencia televisiva del Estado más grande del mundo,  anunciar su renuncia como Presidente de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).  Parecía que  el ciclo del comunismo, había llegado a su fin. Y ahí  empezó  el  camino reformista que poco a poco debía dejar de ejercer la centralización y planificación de la asignación de recursos y precios, para permitir un mayor grado de apertura económica.   Y fue así que surgió en el aspecto político, la perestroika   y   en medio de ese viraje  Cuba quedó  entre  sorprendida y  desconcertada,

Porque  la Isla ya se había convertido ciertamente en un apéndice de la URSS. En   la dieta  de los cubanos   abundaba la «carne rusa»,  cuyo olor y sabor  no han sido olvidados;   también el famoso  perfume «Moscú Rojo»; y aún sobreviven  con epítetos de  héroes por haber soportado   varias décadas funcionado, las famosas   lavadoras «Aurika», los  ventiladores «Orbita»  los  refrigeradores «Zil» y los radios VEF, por solo citar  algunos domésticos sobrevivientes. Por las calles cubanas  circulan todavía  autos  Lada o Moskvitch, los jeeps  Gaz y WAZ, junto con los camiones KAMAZ, y KP3,   aún se ven por las calles contrastando con  los almendrones, autos clásicos hechos con planchas de metal de los tanques usados en la II Guerra mundial.

Pero hay más, en Cuba, los Obreros vanguardias» y estudiantes  vanguardias,  recibían  como premio un «viaje de estímulo» a las repúblicas socialistas soviéticas.  Se estimulaba e incluía en la currícula escolar, el aprendizaje del idioma  ruso, por encima del inglés que era concebido como el idioma del enemigo del Norte.

Con la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989 como un efecto dominó, las viejas repúblicas socialistas se habían montado en el tren indetenible del cambio y, para finales de 1991, Cuba era prácticamente el último reducto de la Guerra Fría en Occidente.

Entonces   entre Rusia y Cuba; vino la ruptura nunca total, pero ambas partes  quedaron lastimadas. Y los rusos y las rusas  se volvieron a su país, y los cubanos y cubanas  dejaron las  becas a medias y volvieron a  la isla. Los gigantescos proyectos  constructivos para impulsar la energía nuclear, la producción textil, o las grandes hidroeléctricas, quedaron  congelados y en ruinas.

Entonces, del otro lado del charco, como  se le dice en Cuba a la franja de mar que la separa de La Florida,  el Tío Sam se  frotó las manos, porque  al fin la Isla apetecida que no  pudo  convertir en su  colonia número 55, había quedado sola, y nada más era cosa de ponerle la soga al cuello,  suspenderle alimentos y medicinas, para que se entregue…Pero eso no pasó…al menos hasta hoy  la Cuba de Fidel sigue firme, digna, prefiriendo  hundirse en el mar, antes  que traicionar la gloria que se ha vivido.

Sí, porque fueron décadas en las que  los cubanos volamos tan alto de la mano de los rusos, que hasta pudimos tener a un cosmonauta  orbitando en el espacio: Arnaldo Tamayo, guantanamero y mulato, para mejor contraste estuvo junto a Yuri Romanenko en la Soyuz, siete días orbitando el Planeta Tierra a bordo de la nave soviética Soyuz 38 y el complejo Saliut 6.  Cuando le preguntábamos cómo vio a Cuba desde allá arriba: abría sus ojos para exclamar con asombro: Es como un cocodrilo…

Fueron los tiempos más felices de la Cuba comunista. Cuando  rusos  y cubanos  se entremezclaban en las obras  donde era cotidiana la presencia  de los asesores soviéticos;   y los cubanos aprendimos a soñar, a decir  Spasibo,  es decir, gracias  y a saborear    la carne rusa,  el vodka y hasta el caviar.

Hoy  ante la incertidumbre  de cómo va ser la transformación del modelo económico  capitalista en un sistema socialista,  porque aún no se conoce la letra chica de los acuerdos, abundan las especulaciones, pero el  ciudadano  común, incluso el que se siente dolido porque cree que la antigua URSS abandonó a la isla, piensa que el modelo ruso es la mejor opción, muchísimo mejor que  la capitalista cruel y endeudada de Estados Unidos, que se ha resistido a compartir con un país que solo quiere  preservar su soberanía, y que, por el contrario la ha castigado con una crueldad sin límites.

En innumerables ocasiones se le ha pedido al gobierno cubano que se abra al mundo. Esta es una señal inequívoca.  Cuba se cansó de pedirle a  Estados Unidos  y al mundo  a través de  las asambleas de Naciones Unidas, que suspenda el criminal bloqueo que asfixia a la Isla. Ahora Cuba  tomará el camino  del fortalecimiento de su relación con un viejo  aliado, como un viejo amor que ni se olvida  ni se deja,  y que sabe que las reglas son,  de intercambio  comercial  bilateral mutuamente ventajoso, pero sobre la base del respeto a  la plena soberanía cubana.

 

 

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba