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Opinión

EL ENOJO DE EVITA

Por Luisa Lane

En la avenida  9 de julio a la altura de 1925 se erige el edificio de Desarrollo Social. En lo alto se encuentra el rostro enojado y apagado de Evita. Hasta fines del 2015, la obra de arte permanecía siempre encendida, hoy no. El enojo es parte de la obra, aunque ahora cobra realismo.

Sobre la 9 de julio y con la mirada hacia la Casa Rosada, a la esposa del General se la nota furiosa, implacable, desilusionada, decepcionada, enojada, infeliz de que las luces ni el sol la iluminen.
Pero también observa cómo diariamente se acercan trabajadores rumbo al Obelisco marchando por un mejor salario. Evita ve con tristeza los piquetes que organizan los trabajadores en la protesta social. No puede creer que todo lo logrado por ella y su esposo, hoy forme parte de una ficción. No entiende como esos grasitas, esos cabecitas negras, esos trabajadores que eran tan felices hoy son esclavos de la mendicidad.

Evita está enojada. Sufre, porque delante de su rostro solo ve pasar hambre, miseria e infelicidad. Grita y reclama ante un gobierno cipayo y entreguista. Con su rostro se opone a la tilinguería que ha intrusado la Casa Rosada.
Reclama felicidad para los adultos mayores, pretende que los niños sean privilegiados, que las amas de casa sean el puntal de sus hogares y que el trabajador vaya de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. No entiende cono hoy el trabajador participa de un piquete reclamando un bienestar que poseía y ahora no lo tiene más.

El edificio de la 9 de julio al 1925 es el único en la amplia avenida. El único que tiene en los dos lados y en lo alto el rostro de Evita. Hasta el 2015 era el símbolo iluminado de la Argentina, hoy es el rostro apagado de alguien que murió muy joven luchando por los que menos tienen.

Ese rostro reclamante tiene mucho que decir en la boca de millones de argentinos. Era y debe ser la voz de los que no tienen voz. Es la que nos debe decir basta de sumisión y esclavitud, basta de infelicidad y basta de entrega. Evita está enojada, por la pobreza, por el gobierno entreguista y también por los traidores que pululan en el movimiento nacional justicialista.
Evita está gritando que se acabe con la traición dentro del movimiento. Reclama que sean dignos de la representación que les otorgara el pueblo peronista. Evita pretende que los trabajadores sean defendidos por aquellos que ocupan roles importantes en la política y no lo hacen. Macri es un tilingo y un entreguista pero hay muchos gremialistas y parlamentarios que están diseñados a imagen y semejanza del prescindente.
Es por eso que Evita está mal, decepcionada, defraudada. Es por eso, que Evita grita y reclama.
Es por eso que Evita nos dice a luchar, a luchar, a luchar.

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