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Opinión

EL CAFÉ DE LA MUERTE.

Por Gabriel Princip

Cuando René Favaloro imploró a Rodríguez Larreta que acelerara un pago del Pami porque tenía una deuda importante (casi 16 millones de dólares) el hoy intendente porteño descolgó el teléfono. Favaloro llamaba, Horacio no atendía, -conclusión- el médico más prestigioso de la Argentina se suicidó. Dos décadas más tarde, personal sanitario pide por favor que se detengan las aperturas porteñas y el dirigente macrista sigue descolgando el teléfono. La pregunta es, si no le interesó el problema de Favaloro, ¿le va a importar la vida de un enfermero o de un médico desconocido?.
Lo cierto es que en el peor momento de la pandemia la capital sigue cerrando calles, abriendo bares y enfermando gente. La famosa meseta del doctor Quirós se transformó en cima y no importa en absoluto. Solo interesa que unos bares coloquen tres, cuatro, cinco mesas en las calles para vender unos pocos cafés y con ello destruir el plan sanitario del gobierno.
Alberto Fernández también sabe de la trama de la causa amarilla pero tampoco le importa en la actualidad. El plan que comenzó con un rotundo éxito ya va en vías de fracaso gracias al guasón porteño.
La dupla Larreta-Santilli se pasea por los medios explicando lo inexplicable. El gobierno reconoce que no existe cuarentena pero burocráticamente lo informa. Entonces la oposición habla y critica algo que ya no existe. Los medios hegemónicos hacen su parte con periodistas captados por unas monedas para no criticar al desgobierno citadino. Se habla de la necesidad de la gente de trabajar y de tomar un café. Lo que no explican es que la facturación de los bares es insignificante y algunos volvieron a cerrar. Y ese café tan necesario, que se puede realizar en el hogar de cualquier argentino, te puede llevar a la muerte a vos o a tu familia, ya que te convierte en un agente de contagio.
El gobierno trabaja y mucho pero no es capaz de detener el plan contagio de la oposición. Ese plan que se comprueba con una serie de marchas inútiles -anticuarentenas- donde hasta Patricia “la etílica” Bullrich se contagió y permaneció una semana en terapia intensiva, con diputados que pretenden ir al congreso solo para contagiar, no para trabajar o en la protesta policial donde todos sus voceros eran militantes macristas y compartían el mate con sus pares, además de abrazarse sin barbijo. Esa gente en una semana estará en algún hospital público y quizás no tengan cama.
Alberto Fernández tiene que entender que Larreta está boicoteando su proyecto y que las víctimas son argentinos que no tienen ningún interés en este conflicto y que algunos lo han votado. Debe cumplir con su palabra. El dijo que si tenía que apretar el botón rojo lo haría y que también espera que cuando se equivoque se lo digan. Bien, ¡se está equivocando y apriete ya el botón rojo!.

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