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El arancelicidio de Trump: una derrota judicial que sacude su legado comercial

 

El Tribunal de Apelaciones de EE.UU. asestó un golpe  sensible a la política comercial de Donald Trump al declarar ilegales sus aranceles globales, en una decisión dividida de 7-4.   Aunque los gravámenes siguen vigentes por ahora, el fallo valida la sentencia previa de la Corte de Comercio Internacional que cuestionaba la legalidad de las medidas impuestas bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA).

La administración Trump había defendido los aranceles como respuesta a supuestas emergencias nacionales, como los déficits comerciales y la crisis del fentanilo. Sin embargo, el tribunal concluyó que la IEEPA no contempla el uso de aranceles como herramienta, ni siquiera menciona términos relacionados, desarmando el argumento legal del expresidente.

Este revés judicial deja en suspenso el futuro de los acuerdos comerciales firmados bajo presión arancelaria. Trillones de dólares en comercio internacional están en juego, y una resolución definitiva contra los aranceles podría desencadenar demandas masivas por reembolsos de gravámenes ya pagados.

La reacción internacional no se hizo esperar. Wendy Cutler, exnegociadora comercial y vicepresidenta del Asia Society Policy Institute, advirtió que los socios comerciales de EE.UU. están desconcertados. Países como India y China podrían replantear sus posturas en las negociaciones, mientras que Japón y Corea podrían ralentizar sus compromisos hasta que haya mayor claridad jurídica.

Empresas afectadas celebraron el fallo. Elana Ruffman, de Learning Resources Inc., calificó la decisión como “muy gratificante”, tras haber ganado una demanda separada contra los aranceles. El caso fue impulsado por estados liderados por demócratas y pequeñas empresas que denunciaron el uso abusivo de la IEEPA.

La fiscal general de Nueva York, Letitia James, fue contundente: “Estos aranceles son un impuesto a los estadounidenses”, acusando a Trump de inventar emergencias económicas para justificar medidas que encarecen productos, alimentan la inflación y destruyen empleos.

El fallo también pone en duda los llamados aranceles recíprocos, que Trump impuso a países que no lograron acuerdos antes de agosto. Aunque algunos gravámenes fueron prorrogados o reducidos, la incertidumbre sobre su legalidad persiste, debilitando la posición negociadora de EE.UU.

Antes del fallo, funcionarios del gabinete de Trump advirtieron que anular los aranceles dañaría la política exterior y provocaría una “vergüenza diplomática”. Trump, por su parte, reaccionó en redes sociales calificando la decisión como “un desastre total para el país”.

La Unión Europea, presionada por la política arancelaria de Trump, ya había propuesto eliminar gravámenes a productos estadounidenses. Ahora, con el fallo judicial, sus esfuerzos podrían acelerarse, mientras se reconfigura el mapa comercial global.

El caso aún podría llegar al Tribunal Supremo, pero el daño político y diplomático ya está hecho. El arancelicidio judicial no solo cuestiona la legalidad de las medidas de Trump, sino que también desmantela el relato de emergencia nacional que las sustentaba.

Este episodio marca un punto de inflexión en la política comercial estadounidense. Más allá de los tecnicismos legales, representa una derrota simbólica para Trump, cuyo legado económico queda erosionado por decisiones judiciales que desnudan el uso arbitrario del poder presidencial.

Con información de Bloomberg.

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