EL 23

Por Dany Wilde.
La renuncia de Máximo a la jefatura del bloque del Frente de Todos visibilizó la interna. Atrás los sindicatos protestando y aprestándose a una sucesión de paros. Fernanda Vallejos, diputada camporista, declaró palabras más palabras menos que “con este acuerdo y luego de perder el año pasado, la derrota en el 23 es una gran posibilidad”. Para colmo de males el presidente se sigue manifestando en el centro derecha y dejando que el partido judicial se ría de la democracia.
Usted preguntará ¿Cómo empezó esto? El primer error fue la designación de un candidato a presidente sin votos, ni carisma, ni ideología. Luego un gabinete con mayoría gorilas e ineficientes. Dos ministros que no le gustaban a Cristina ocupaban las carteras de Justicia y economía. En una se eyectó a la ministra, la otra sirvió para el caos actual. Guzmán demoró dos años en aceptar algo que se hubiera firmado en cinco minutos.
Jauretche dijo alguna vez: “Asesorarse con los técnicos del FMI es lo mismo que ir al almacén con el manual del comprador, escrito por el almacenero”.
Y así fue Guzmán. No ofendió al poder mientras su socio el presidente no discutió a la justicia y nunca ofendió a la oposición. Perón hoy diría, “A los débiles se los vomita Dios”.
En síntesis, no ofendemos al sistema, nos arrodillamos ante sus órdenes, ajustamos, pero no mencionamos la palabra ajuste, y creemos que el año que viene ¿Así vamos a ganar? Difícil que el chancho chifle.
En los ‘50 Don Arturo dijo: “Al dólar lo suben ellos, de esa manera se devalúa el salario, una de las formas de disciplinar a los trabajadores que históricamente ha adoptado la oligarquía”.
También el hombre de Lincoln expresó en 1957: “La crisis que no existía la generaron ellos, porque a través del miedo colonizan el sentido común”.
Lo dijimos el año pasado en este espacio. Hay un acuerdo de alternancia y se nota demasiado. No hay una sola señal por parte del ejecutivo que haga sentirse orgulloso a aquel que lo votó.
Un ministro turista que cierra un acuerdo desfavorable, un presidente que se hace presente en los actos oficiales y no se muestra como un conductor político, una vicepresidente que se nota que quiere retirarse, un presidente de bloque que renunció creyendo con eso que cobrará un liderazgo que nunca tuvo y una militancia desconcertada es el menú perfecto para una derrota catastrófica.
Lo decimos ahora, pero también aclaramos que estamos a tiempo de enderezar el Titánic y esquivar el iceberg. La solución pasa en primer lugar por echar a los infiltrados en el Frente, luego construir una fórmula para el año que viene con Cristina a la cabeza, y a partir de ahora aclarar que la patria es el compañero, no el otro. La derecha fustiga, odia e insulta, nosotros terminemos con poner la otra mejilla. ¿No le parece?




